En Zudaire, un pequeño pueblo de la provincia de Navarra nacía el 28 de junio de 1936, unos días antes de declararse la guerra civil española, Martín Emilio. Era el 6º hijo de Julia y Jerónimo. Años más tarde nacerían otras dos hermanas.
En abril de 1945 se abría el colegio del Verbo Divino en Estella (Navarra) y en septiembre de 1947 Martín se integra para iniciar su “larga carrera”.
En 1949 el P. Gaspar Jacob y otros compañeros abrirían otra casa de formación en Coreses, pueblo cercano a Zamora, y para ayudar en la construcción, los alumnos de Estella fueron transportados en camión hasta allí para iniciar el curso en septiembre de 1950, permanecerían dos años, entre ellos estaba Javier Aranguren, Rufino Ganuza, Jesús Andueza y Martín, cariñosamente llamado Martinico.
Al finalizar el bachillerato elemental, le esperaba Roma y el Noviciado. Recién tomado el hábito, viajan -cargando una maletica de madera y una mochila de paño- en tren a la Ciudad Eterna, corría el año 1952. En Roma vivió los dos años de noviciado. Su maestro fue el insigne P. Leo Haberstroh y el ayudante el P. Antonio Roweda. El 8 de septiembre de 1954 hizo los primeros votos y en 1957 llegó a St. Agustin (Alemania) para estudiar Filosofía y Teología.
Después de los votos perpetuos (1960) regresa a Roma donde concluye los estudios de teología. En 1964 la Ordenación Sacerdotal en Nemi e inmediatamente cursa el Doctorado en Espiritualidad. Su tesis doctoral versaría sobre los poemas de San Juan de la Cruz. De regreso a España se dedica a la formación y muy pronto como Maestro de Novicios.
En aquellos tiempos tan difíciles como apasionantes en 1968, con apenas 32 años sin cumplir, fue elegido Provincial de España. Era el primer español que recibía ese cargo y esa carga. Al concluir su segundo mandato (6 años) es nombrado Maestro de Novicios. Terminado el trienio como Maestro, de nuevo asume la dirección de la Provincia dos trienios más, de 1977 a 1982.
En verano de 1983, Martín recibió destino a la Provincia de Colombia. Los tres primeros años su labor fue la de acompañar a jóvenes postulantes con inquietud misionera. Años inolvidables de los que siempre guardó un grato recuerdo. En 1986 fue elegido Provincial de Colombia, cargo que desempeño por dos trienios. Sus años en Colombia marcaron profundamente la vida de Martín. Las personas que conocieron y compartieron con él sus ilusiones y esperanzas guardan un inolvidable recuerdo. Al conocer su fallecimiento han compartido sentidos mensajes de agradecimiento y felices de haber podido disfrutar de su sabiduría y ternura.
En 1994 regresa a España y asume, de nuevo ser Maestro de Novicios en Dueñas (Palencia). Acompaña a jóvenes rumanos y durante esos años vive la experiencia de hacer a pie el Camino de Santiago. Siempre lo recordaba como el camino interior que todos debiéramos experimentar alguna vez.
Al concluir estos grupos, Martín siguió en Dueñas. Primero se hizo cargo de la parroquia de Valoria la Buena y luego de la de Cabezón de Pisuerga. Una experiencia fantástica que lo hizo rejuvenecer. De aquí fue a Getafe para trabajar juntamente con Macario en la Delegación Diocesana de Migraciones. Viviendo en una casa de inserción, humilde, sencilla, acogedora y abierta. Aunque era muy pequeña siempre había un lugar en la mesa para algunos más y varias personas inmigrantes encontraron allí su hogar quedándose algunos varios meses. Martín se encargaba de la limpieza de la casa y Macario de la cocina.
Cuando cumplió sus 65 años decidió volver a Dueñas en un proceso de profundización, más espiritualidad, serenidad y vida retirada, era el año 2001, aquí pasó 14 años animando retiros y apoyando a los Laicos del Verbo Divino llamados Verbo Misión, y haciendo comunidad con el resto de los compañeros. Sus últimos años los ha pasado en Estella donde decidió volver cuando las fuerzas le empezaron a fallar, con aquel principio que nos dejó el poeta:
¡Qué descansada vida, la del que huye del mundanal ruido, y sigue la escondida senda por donde han ido, los pocos sabios que en el mundo han sido!
Y así han transcurrido estos 83 años: largos, abundantes, serenos, inquietos hasta el último momento, de nuestro Maestro, Amigo, Hermano. Que siempre ha buscado la coherencia en esta Congregación que fue suya desde su más tierna infancia y a la que sirvió y entregó sus sueños, sus muchas ilusiones, su ciencia, su deseo desde niño de ser una persona de bien. El día 12 de marzo, al anochecer, viaja a la Patria Definitiva.
“Mi agradecimiento por vuestra presencia a lo largo de toda mi vida”. Son las palabras con las que concluye Martín su testamento. Y todos los que le conocimos le decimos: Gracias, Martín por todos tus años de vida donada”.
Santamaria Guillermo