¿Y quién es Juanjo? Ni más ni menos que un misionero del Verbo Divino, con tercer apellido Irisarri, navarro, y 35 años en Colombia. Con estos datos se aclara mucho.
De Niebla se ha quedado con todo: con la historia de Walabonso y María, la historia del ferrocarril inglés, la historia de nuestra muralla-castillo-iglesia y hasta el estreno del primer torneo de petanca celebrado aquí, al menos en lo que va del siglo XXI.
De Colombia le hemos robado todo: su laboreo en Cali y su experiencia misionera en la cuenca del Cauca; en El Banco y las riberas del Magdalena, el río de Cien Años de Soledad; en el Chocó dominado por el Atrato, el río más caudaloso del mundo. Le hemos provocado el hablar bien de montón de misioneros svd, sus y nuestros hermanos de congregación. Ha salido el tema de la guerrilla y, curiosamente, ahora que estoy escribiendo estas líneas en Minidiálogos, me explico por qué, esta mañana, en la oración, Juanjo ha hecho referencia al miedo subrayando la palabra en el Evangelio de este mismo domingo 33º del T.O.: «tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra». Porque Juanjo habrá pasado miedos, pero de esconder talentos, nada. Siempre en la frontera, en la misión-misión.