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De acuerdo con José Fernández, estamos entregados en cuerpo, alma y equipo para historiar páginas de la Historia SVD de Paraguay relacionadas con las de nuestra Provincia España. Hoy el plan era presentar aquí, a lo largo del día, la apetencia de un diálogo con José respecto a su valoración de la noticia de El País: «El Papa se reconcilia con Ernesto Cardenal». Pero…

Las palabras inmediatas de Eugenio, que incluyen aquella fábula… han cogido carrera y se merecen este espacio que sigue:

Asamblea de las herramientas

Hace una década, por estas mismas fechas, os traje a la memoria una parábola o fábula del Antiguo Testamento, libro de los Jueces 9,7-15. Cuenta Yotán con toda su ironía la ambición de Abimélec por terminar con los Jueces y ser elegido él rey de Siquem.

Yo la refería, hace 10 años, al esfuerzo personal que hice en la cuaresma para eliminar zarzas y abrojos en el entorno de esta casa de Dueñas, que es la tuya. Ahora os propongo, para vuestra reflexión personal, en la cuaresma que pronto comenzará, otra fábula. Ésta no está en la Biblia sino entre el serrín de la carpintería de san José.

 

Se titula: “asamblea de las herramientas”.

Hace muchos, muchos años, hubo una vez en una carpintería una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.

El martillo tomó la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo acusó el golpe y pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro, que siempre se pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.


En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro, el tornillo… Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un maravilloso mueble.

 

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, las herramientas reanudaron la asamblea. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: «Señores, es evidente que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos».

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba firmeza, la lija era especial para afinar y limar asperezas. Y el metro era preciso y exacto.
Se consideraron entonces un equipo capaz de producir muebles fuertes, artísticos y de primera calidad. Se sintieron orgullosos de sus cualidades y de trabajar juntos.

 

Esta fábula o parábola me ha llevado a pensar en nuestro esperado Equipo SVD de Liderazgo Provincial. ¿Cuándo lo tendremos y cómo lo aceptaremos?

Y como buen ciudadano español también estoy expectante ante el tono de las críticas, las promesas y las exageraciones en los mítines de nuestros políticos en la próxima campaña de las elecciones.

Para que no falte aquí otra alusión bien conocida por todos y dé sabor bíblico a la fábula, leed personalmente Jn 8,1-11 (no lo dejéis hasta el domingo V de Cuaresma).

Eugenio García

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