A la entrada de mi casa, que siempre he dicho que es la tuya, hay una pintura enorme que nos da la bienvenida cuando entramos y al salir nos sonríe. Son los rostros beatíficos de Arnoldo J y José F. En la 5 de estas páginas, apareció ese cuadro en el mes de Octubre cuando presenté a mis compañeros de comunidad. Esos dos bustos se encuentran en distintas poses por todos los rincones de esta casa.

Pero lo que yo quiero resaltar aquí, como siempre, no son esos rostros, (aunque celebremos su santo mañana y el día 28), sino algunos textos bíblicos que movieron los corazones de esos rostros. Arnoldo J.nos recomendó, como si fuera su carta magna, el prólogo del evangelio de Juan (Jn 1,1-14).

velasDe ese texto tan querido para él sacó el nombre para la congregación que fundó: Misioneros del Verbo Divino. En sus días (por el año 1875) quiso que esa Palabra fuera»la Luz», la Luz para todos los Pueblos. Su ilusión, convertida en oración, era:

“Ante la luz del Verbo y el Espíritu de gracia,

desaparezcan las tinieblas del pecado y la noche de la incredulidad,

y viva el Corazón de Jesús en los corazones de toda la humanidad”.

Con todo entusiasmo puso manos a la obra y rodillas a la oración pidiendo que muchos sacerdotes alemanes escucharan y siguieran el mandato de Jesús: “Id por el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura”(Mc 16,15). A pesar de la oposición legal de los políticos y la desconfianza declarada de los obispos, el texto del capítulo 6 de Marcos acentuó su terquedad: «Si en un lugar no os reciben ni os escuchan, salid de allí… Arnoldo salió de Alemania, y a unos metros de la frontera de Holanda, preparó su sementera misionera. santos_1

Ésa y otras muchas invitaciones de Arnoldo y de Jesús, las escuchó el sacerdote tirolés José F. El mismo año de ser ordenado sacerdote, recibió, por el internet de aquellos tiempos (la propaganda en una revista), la noticia del nacimiento de una congregación que buscaba misioneros para ir a evangelizar a los pueblos paganos de Asia.

José habló de su inquietud con su obispo y éste le respondió: “Como obispo de esta diócesis digo que no; pero como obispo de «la Iglesia», la Iglesia católica, digo que sí”. El primer sentimiento de ese obispo refleja lo que recoge el evangelio de Mateo: “No vayáis a regiones de paganos… id más bien a las ovejas descarriadas del pueblo de Israel” (Mt 10,5-6); pero ante la insistencia ilusionada de José, como Jesús con la mujer cananea: “¡Mujer, qué grande es tu fe! Que se haga lo que tú pides” (Mt 15,28),el obispo cede y concede a José lo que le pide: que se vaya con los Misioneros del Verbo Divino a evangelizar a los paganos de Asia. En el libro de la diócesis quedó escrito de José F.: “in perpetuum dimissus”.

En un año prepara sus papeles, y sale, ligero de equipaje, con otro compañero rumbo a China. Allí cambió la sotana negra por una toga china azul; la tonsura por la coleta, el nombre familiar José Freinademetz por el nombre chino Fu Shenfu, la mentalidad tirolesa por la mentalidad china. Se hizo chino con los chinos. “También en el cielo quiero ser chino”escribió en una ocasión. Y allí debe estar con ellos, pues el día 5 de octubre del año 2003 el papa Juan Pablo II lo registró en el libro de los santos.

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