Ya, ya se acerca la fiesta misionera de la “epifanía”, la manifestación de Dios a los paganos. Os presento hoy a los personajes del evangelio de Mateo que representan todas las razas y pueblos del mundo. Algunas tradiciones le han puesto número (3) y nombre (Melchor, Gaspar, Baltasar); yo sólo quiero presentarlos como lo ha hecho Rocío G. Garcimartín en su publicación en la editorial de Verbo Divino: en clave de reflexión y oración.Este episodio de los Sabios de Oriente es representativo de la teología de Mateo. Jesús es el Rey de los judíos, el anunciado por las Escrituras. Unos paganos, representados por los Sabios de Oriente, le buscan. Tienen que preguntar a los judíos, ya que ellos son los que leen las Escrituras en las que se da testimonio de él. Pero el rey Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas, y toda Jerusalén, se turban ante este anuncio y no van a descubrir en Jesús al Mesías. En cambio, los Sabios, aleccionados por las Escrituras y atentos a los signos de los tiempos, es decir, siguiendo con corazón abierto a la estrella (símbolo mesiánico en el judaísmo), van a llegar donde está el niño, le van a adorar y a ofrecer sus tesoros.
Dice un villancico popular:
“No sé si eran reyes,
no sé si eran tres.
Lo más importante
es que fueron a Belén”.
Hoy miramos este relato parándonos en la actitud de búsqueda y acogida de Jesús que muestran estos personajes, en medio de las incertidumbres y dificultades que se les fueron presentando. En estos personajes podemos vernos retratados cada uno de nosotros.
Mt 2,1-12
Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle. En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.
Cuando leas
Lee y relee el texto con atención y respeto. Deja que tu lectura sea escucha, que te “afecte”; Mateo la escribió para ti. Fíjate en lo que dice el texto.
Pueden ayudarte estas orientaciones:
-Un viaje recorre este texto. Recuerda otros viajes: el de Abrahán (Gn 12,1), el del éxodo con Moisés de guía (Éx 3,10)… El recorrido físico de los sabios esconde otro viaje, el de la fe.
-Divide a los personajes del texto en dos grupos. Por un lado, quienes aceptan a Jesús, por otro, quienes lo rechazan. Haz lo mismo con los dos lugares citados: Belén y Jerusalén (en Jerusalén se encuentra el Templo, pero no está Jesús; en Belén está la sencillez y ahí se encuentra Jesús). Son actitudes hacia Jesús que se van a repetir a lo largo de todo el evangelio.
-Detente en la figura de los sabios. Unos paganos frente a los estudiosos judíos (¡no basta haber estudiado la Biblia para conocer al Señor!). Sus preguntas les ponen en camino (¡aunque ello suponga un riesgo!). Ven la estrella (¡quizá sólo puede verla quien la busca!). Se vuelven por otro camino sin obedecer a Herodes (¡relativizan el poder!).
Cuando percibas que una palabra, o una frase, o una imagen queda repicando en ti, pasa a la meditación. Descubre lo que quiere decir para tu vida.
Cuando medites
-Puedo mirarme en los personajes y símbolos de este evangelio:
¿Busco a Dios y las cosas de Dios con el mismo celo con que los sabios buscaban al “rey de los judíos”? ¿Qué dones llevo para ofrecer al niño Dios? ¿Soy consciente de que todo (la alegría, la crisis, el paso de los años, la enfermedad…) puede convertirse en estrella que me guíe hacia Jesucristo?…
-Contemplo mi grupo, mi comunidad, nuestra Iglesia, a la luz de este evangelio.
¿Somos conscientes, como dice este pasaje, de que Dios busca a todos los seres humanos, sin distinguir culturas e instituciones? ¿Qué podemos hacer al respecto en esta Navidad?
Cuando ores
–Habla con Dios con total confianza, como un amigo habla con su amigo. Pídele la gracia de mantenerte en búsqueda constante y de llegar a descubrir dónde se manifiesta. Suplica poder encontrarle en las Escrituras Sagradas, en las celebraciones litúrgicas, en la comunidad…
–Permanece abierto y atento a ese Dios desconcertante que va más allá de lo que nosotros podemos imaginar y suponer.
Alcanzar lo que pides en la oración es el mejor regalo de los “Reyes Magos”.