Verle así, en esta fotografía, nos diluye la pena, las nostalgias, las noticias multiplicadas de su fallecimiento ayer 27 de abril.
Mirándole así, de frente, se nos confirma en el alma más que la esperanza la fe genial en su y nuestra inmortalidad. Son las cosas de un Dios creíble y necesario, indispensable.
Todavía ahora más amigo y más cercano Fernando: tú con nosotros, nosotros contigo, sigamos dialogando juntos, mientras acumulamos caminos convergentes, enriquecidos constantemente con tantos encuentros familiares con tantas personas siempre queridas, en ese corazón de Dios Padre.