Con motivo de 50 años del sacerdocio de Martín, celebrados el 16 de febrero pasado, hemos tenido la oportunidad de entrevistarle sobre varios temas, como el sacerdocio en el mundo de hoy, la vocación misionera, el liderazgo en la Iglesia y más. Martín nos contesta de manera concisa y breve. Os dejamos a continuación el texto de la entrevista.

Me haces varias preguntas, amigo Modesto y hermano, en ocasión de la celebración de los 50 años de mi ordenación sacerdotal. Considero y veo dichas preguntas a lo largo del proceso de mi vida personal y desde ahí te contesto.

Nací en el seno de una familia normal, sencilla y corriente y no se cómo desde muy pequeño se hizo presente en mi  la idea-deseo, de ser un día cura diocesano. Nació de mí y en mí, sin influencia del párroco o familia. Era una idea sin contenido concreto, un sueño, quizás una inspiración, barruntaba el seminario de Pamplona, aunque no lo conocía. Un cruce de caminos me condujo a los Misioneros del Verbo Divino que recién habían llegado a Estella. En este colegio apostólico comenzó a tomar cuerpo aquella idea de niño, aunque adquiría una nueva dimensión: llamado para ser misionero. Tampoco sabía qué  era eso. Así durante años me formé como persona, me preparé para la misión, quería ser misionero, se me dirigió al ser sacerdote-misionero, aunque siempre he dicho que me siento misionero como vocación y realización personal. Durante años he servido en España y Colombia  como provincial. Este servicio lleva consigo mucha relación y responsabilidad con personas e instituciones. Es un tiempo muy especial, rico, lleno de sorpresas. Lleva consigo alegrías, creatividad, entusiasmo pero también fracasos y desilusiones. Se aprende a orar. Como todo, es un tiempo de gracia.

He tratado de vivir siempre en lo cotidiano y concreto y posible. Se dice que todo es don, pero todo crece en y por medio de nosotros. Me dices, Modesto, que hoy reina la inestabilidad, si  existe una clave para se firmes, permanecer en el camino. Yo diría que la conciencia de vivir mi vocación en el cada día mío y en el trabajo que ese día me trae, me hace crecer en mi interior, en mi vocación, en mi amor, en mi comunidad, en mi sociedad en mi mundo, en mi Dios. Se trata de ser o de no ser, que dicho evangélicamente se es del si o del no, de la verdad o de la mentira. Y con tu última pregunta tocas mi sensibilidad cuando dices, cómo veo hoy los laicos en la Iglesia, como simples ayudantes o colaboradores. Todos somos bautizados, viñadores, siervos en la inmensa Viña del Señor.

Gracias, Modesto, por tu atención. Sigamos fieles.    

Martín

Dueñas, 13 de Marzo 2014

 

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