El VI Encuentro Misionero ha tenido lugar, un año más, en Dueñas, en la casa de espiritualidad de los Misioneros del Verbo Divino bajo el lema “El Camino de las Bienaventuranzas y los laicos”.
El Encuentro de este año estuvo repleto de caras conocidas, reencuentros y un motivo más para reflexionar sobre nuestro papel de laicos y misioneros en la comunidad del Verbo Divino en España.
Las expectativas sobrepasaron todas las previsiones desde el mismo viernes en el que ya comenzó un goteo de gente que se extendió a lo largo de todo el fin de semana. La casa de Dueñas abrió las puertas de par en par a la gran familia de Arnoldo Janssen, pero no fue hasta el día siguiente cuando todos pudimos volver a compartir lo que había supuesto todo este año lleno de ilusiones y expectativas para compartir en el sexto encuentro misionero.
Ya ha llovido desde el primer encuentro pero parece como si fuera ayer. El tiempo se detiene por un momento y vuelves a reencontrarte con las mismas personas del año anterior, pero con ilusiones renovadas y nuevas propuestas para el nuevo curso.
El sábado amaneció con actividades desde las primeras horas después del desayuno. Nos acompañaron como plato fuerte de la mañana, dos misioneros laicos vinculados a Cáritas. A pesar de no estar unidos al proyecto del Verbo Divino, pudieron compartir con nosotros sus experiencias de fe y su gran vocación de servicio al prójimo.
Fue una entrega materializada en su viaje a Ecuador. Una llamada les hizo viajar hasta allá y se acabaron quedando más tiempo del previsto, siete años. Con ellos pudimos analizar y ser conscientes del tercer pilar de lo que debería conformar la tarea de la Iglesia: la pastoral social. La liturgia y la catequesis están presentes, en muchas formas y expresiones diferentes, pero la pastoral social no está desarrollada en muchos países.
Tras esta experiencia contada de forma alegre y fluida nos presentaron otro testimonio que no pasó desapercibido por nadie. La Hermana Martina, Misionera Sierva del Espíritu Santo en Brasil, nos relató la difícil, pero a la vez estimulante experiencia, que resulta del perdón en situaciones límite y de cómo este proceso de reconciliación que practica con víctimas de la guerrilla de las FARC es capaz de llevarla a una mística poderosa.
Martina aseguró que no ve muchas diferencias entre religiosos, sacerdotes y laicos porque en esencia compartimos el mismo espíritu. Resaltó un término innovador: “empoderamiento de la fe”, salir al encuentro del conflicto, evangelizando en entornos difíciles y cercanos.
Lo bonito de la experiencia fue escuchar el testimonio de entrega de Martina y cómo las víctimas acaban por humanizar a sus verdugos. Desde el perdón, nos fuimos hasta la identidad misionera a través de sus diferentes carismas de la mano de Emigdio Cuesta, sacerdote misionero del Verbo Divino en Colombia. Sus palabras nos adentraron en los distintos carismas de la familia misionera, integradores y compatibles entre sí.
El Sexto Encuentro Msionero nos brindó numerosas experiencias gratificantes y esperanzadoras para hacernos ver que todavía hay un gran camino por recorrer en nuestro papel de misioneros, tanto como laicos como religiosos consagrados.
Involucrar a la Iglesia en todos los cambios sociales es tarea de todos y es aquí donde el papel del laico se hace cada vez más presente y necesario.
En este barco, que es la Iglesia, remamos todos y todos tenemos la responsabilidad de que no naufrague y de que el capitán del barco, Jesús, nos siga guiando por el camino del amor y del servicio a los demás. Sólo de esta forma podremos llegar a buen puerto.
Nuestra parada fue Dueñas, pero todavía quedan muchos puertos a los que llegar y echar redes hasta volver a recalar el próximo año en la casa de todos para volver a vivir y sentirnos partícipes del gran proyecto que la familia misionera del Verbo Divino tiene preparado para todos nosotros.
Alba Montalvo Iniesta