Por Allancastro, SVD
Con inmensa alegría celebramos el 12 de mayo de 2015 las Bodas de Plata Sacerdotales de nuestro querido cohermano Mirosław Piotr Baran.
El Pe. Mirek, como lo solemos llamar, nació el día 17 de Julio de 1964, en Nysa, una ciudad situada en el suroeste de Polonia, a orillas del río Nysa Kłodzka. Ingresó en el noviciado en 1983 en Chludowo, un curso de 49 novicios, 13 hermanos y 36 clérigos, de los cuales 12 todavía siguen en la Congregación.
Realizó sus estudios teológicos en Universidad Católica de Lublin, obteniendo un master en Teología Litúrgica en 1990. En este mismo año, fue ordenado sacerdote el 12 de mayo junto a otros 12 cohermanos. Desde el año 1990 a 1995 estuvo de misionero en Mendoza y Buenos Aires (Argentina); desde el año de 1995 a 1999 realizó estudios en Santiago de Chile y en el año 2000 fue nombrado capellán de la comunidad Católica Hispana en la Archidiócesis de Varsovia y capellán del Aeropuerto Internacional «Fryderyk Chopin Okecie» en la misma ciudad. También ejerció como profesor en el Seminario Mayor de la SVD en Pieniezno del 2000 al 2010 y Rector de la Casa de Formación de la SVD en Chludowo desde 2007 a 2013. El 11 de septiembre de 2013 fue nombrado capellán de la comunidad Católica Polaca en la Archidiócesis de Madrid y desde el curso 2014-2015 vice-rector de la Comunidad de Formación. Además de la formación ministerial es también Licenciado en Catequética por la Universidad Cardenal Stefan Wyszynski, de Varsovia.
Un misionero probado en el amor y en la fe que desde la sencillez de su corazón busca siempre escuchar la voz del Dios Uno y Trino y responder con amor a su misión. Cuando le preguntamos en esos 25 años cuáles han sido sus experiencias más fuertes nos presentó dos: la de una religiosa de Argentina que cuando todavía era un joven sacerdote le mostró la importancia de compartir el don de la bendición que el Señor le había concedido a través de su ministerio; y la fuerte y emocionante experiencia de la muerte de su madre que antes de morir le había visitado y le dijo que debía seguir como misionero sin desanimarse nunca jamás. También, en la homilía de la Eucaristía, compartió su experiencia, como sacerdote, de acercar a Jesucristo a la gente sea a través del sacramento de la Eucaristía, sea a través del sacramento del perdón.
Las palabras de su madre, que ahora descansa junto a Dios, le repetían el amor y la cercanía que el Señor mismo le había prometido a través del profeta Isaías en el lema de su ordenación: «Aunque las montañas cambien de lugar, y se desmoronen los cerros, no cambiará mi amor por ti, ni se desmoronará mi alianza de paz, -dice el Señor, que te ama-.» (Is 54,10). Que la fuerza del Espíritu Santo siga confirmando a nuestro hermano en su ministerio y que vengan otros 25 y 25 más.