Con un corazón agradecido

He tenido la gracia de celebrar 50 años de sacerdote en la comunidad parroquial de Santiago de Chile que acompañé 18 años.  Al celebrar una fiesta estamos contentos, y cuando uno está contento, espontáneamente agradece. En estos años he constatado que las fiestas religiosas son el credo de los pobres. También yo celebro creyendo en lo que soy, sacerdote, con gusto por ser pueblo de Dios para servir a otros.
Instrumento de Dios, por mi familia, que me apoyó en el camino al sacerdocio y la misión en la Congregación del Verbo Divino, la otra gran familia del Señor en mi vida.
Mirando hacia atrás, pienso haber vivido la vida como sacerdote en tres treintenas:
  • En mis primeros 30 años contaba ante todo la FE, confianza, vocación, la fuerza de los proyectos, ideales y deseos. Recuerdo que en esos años quería prepararme para conquistar el mundo. Aunque de hecho ha sido el mundo quien me fue conquistado el corazón.
  • Entre los 30 y 60 años el AMOR configuró mi vida. Años de misión, de trabajo y servicio, actividad pastoral, con deseo de evangelizar formando y formar evangelizando. Años de entrega al servicio de gente sencilla. Aprendí que fe sin amor es fuente de fanatismo.
  • De los 60 años hasta la fecha está siendo la ESPERANZA lo que más cuenta en mi vida. Lo que trae paz, serenidad, alegría y bondad. Tiempo para transmitir a otros la sabiduría de la experiencia. Un joven sin ideales es como un viejo sin experiencia.
Con corazón agradecido celebro este jubileo dorado de vida de Dios, como riqueza que uno puede transmitir con entusiasmo a los jóvenes hoy.
Carlos del Valle, SVD

 

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