Patológicamente Sinodales
En las Jornadas Bíblicas en la Casa de Espiritualidad, Misioneros del Verbo Divino de Dueñas (Palencia) nos hemos reunido 42 participantes de diversos países, lenguas y culturas para caminar al ritmo de la Iglesia en este tercer milenio y formarnos en la sinodalidad.
«Pathos» pretende referirse a lo que cada uno de nosotros aporta en el proceso de recibir y anunciar el Evangelio. El Evangelio nos llega y se transmite también a través de lo que somos, con nuestras luces y sombras.
PEREGRINO ¿A DÓNDE VAS? o Éxodo y Liberación
CESÁREO GABARÁIN, Ed. Pax, Madrid, 1972
https://www.youtube.com/watch?v=KdunueQxamY
Resumimos el caminar de la Iglesia en este Sínodo en tres ejes: comunión, participación y misión.
La comunión, la participación y la misión son siempre un «en Cristo», para utilizar una expresión tan repetida por Pablo. Este ser «en Cristo» de la misión requiere que cada uno de nosotros, haciendo la experiencia personal y comunitaria del amor de Dios, nos dejemos enviar a vivir el sueño de la sinodalidad.
¿Qué es lo primero que tenemos que hacer desde la óptica bíblica?
Para ponerse en camino, es esencial levantarse. La primera actitud que hace posible caminar es, precisamente, levantarse. Levantarse es una actitud narrada a menudo en la Escritura y que habitualmente sorprende.
El ser humano se levanta, pero también se le pide a Dios que se levante (ej.: Salmo 7,7). Además, levantarse (de los muertos) es la forma en que se narra la resurrección de Jesús. Para caminar el camino de la fe, el camino que es Cristo (Juan 14,6), es necesario levantarse. Debemos hacer lo mismo que San José, el primero que se levanta en el evangelio según Mateo (Mateo 1,24); hacer lo mismo que María, la primera que se levanta en el evangelio según Lucas (Lucas 1,39).
Este levantarse para ponerse en camino significa al mismo tiempo dejarse conducir a la fe por nuestro Señor, al igual que sucedió con las dos hermanas Marta y María cuando lloraban la muerte de su hermano Lázaro (Juan 11,17-44).
¿Cómo era el estilo de Jesús?
Jesús, más que proporcionar respuestas, dialogaba a través de preguntas. Al revisar todo el Nuevo Testamento, nos encontramos con más de 300 preguntas hechas por Jesús y solo unas pocas respuestas a ellas. Jesús nos revela un Dios que formula preguntas y deja espacio para que podamos responderle. Por ejemplo, con la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10,25-37), Jesús nos explica la importancia de leer e interpretar la ley. Esto es una invitación clara a que busquemos aplicar el Evangelio al cuotidiano de nuestras realidades específicas. Más allá de las respuestas, se ve en el diálogo de Jesús con el doctor de la ley que son las preguntas el motor de un diálogo que anima a un caminar interior y transformador. Estar juntos en el camino significa precisamente hacer algo.
¿Dónde encontramos en las primeras comunidades cristianas el tema de la sinodalidad?
En las cartas de Pablo, podemos percibir una definición de sinodalidad. Esta definición no la tenemos con cualquier texto escrito de forma enciclopédica, sino que la percibimos de la misma forma en que se anuncia el Evangelio que nos presenta el apóstol. Por ejemplo, en la carta a los filipenses, es sorprendente la cantidad de veces que se habla de la alegría. Aun estando probablemente encarcelado, Pablo escribe a las Comunidades de Filipos, que estaban en medio de alguna persecución, que habla a menudo y se repite la noción de alegría (Ej.: Filipenses 4,4). Esto significa que la alegría es un cimiento indispensable en la construcción de las comunidades cristianas.La alegría es una actitud fundamental al caminar en el mismo camino.
Mirando hacia nuestra Europa, es importante recordar que, por ejemplo, el himno europeo es el «Himno de la Alegría». De eso mismo habla Pablo a algunas de las primeras comunidades cristianas con las que tuvo contacto en Europa, por ejemplo, en Filipos.
Europa tiene su himno
https://www.youtube.com/watch?v=WzLdgtDsLV8
En concreto, ¿qué estrategias usaba Pablo en el anuncio del Evangelio?
Lucas en los Hechos de los Apóstoles, repetidas veces nos dice que Pablo buscó conectarse a la red que él mismo ya conocía. Se trata de un contacto primero con las sinagogas de las ciudades que visitaba. Esto es una indicación para que en la iglesia que quiere la sinodalidad busque conectarse lo más posible con la realidad a través de las redes que ya están a su alcance. El Evangelio se anuncia en realidades y a personas concretas, hay que conocerlas lo más posible para que la comunicación de la buena noticia pueda ser efectiva. En las cartas de Pablo leemos a menudo que al estar en el mismo camino somos invitados a salir hacia la misión volviendo siempre al centro que es Cristo. Como dice el propio Pablo, “el amor de Cristo nos urge” o “el amor de Cristo nos abraza” (2 Corintios 5,14). Vivir en sinodalidad implica precisamente esto: no olvidar que Cristo es el centro; dejarse abrazar por su amor; dejarse enviar por su amor.
El sueño y los sueños de la Sinodalidad, ¿son posibles?
En el proceso sinodal hay que dejar espacio a los sueños. La iglesia está al servicio del Evangelio, pero sabemos que el Evangelio no pertenece a la iglesia; es un don misterioso que hemos recibido de Dios. No solo es un don bello, sino que es a menudo sorprendente. Eso nos invita a que los que creemos en el Evangelio precisamente nos dejemos sorprender como quienes sueñan y dejan que los sueños conduzcan su vida. Nos acordamos del ejemplo de José de Egipto que soñaba e interpretaba los sueños. Aunque eso le traerá problemas con su familia o en sus relaciones, no pudo hacer menos que soñar e interpretar con la ayuda de Dios los sueños. Algo similar pasó con José, el esposo de María. De los varios sueños que tuvo José y de su actitud vemos que para caminar en el camino que Jesús propone hay algunas actitudes esenciales.
A ejemplo de José, una iglesia que quiere ser sinodal es invitada a: soñar, levantarse y proteger.
El sueño y los sueños de la Sinodalidad, ¿son posibles?
En el proceso sinodal hay que dejar espacio a los sueños. La iglesia está al servicio del Evangelio, pero sabemos que el Evangelio no pertenece a la iglesia; es un don misterioso que hemos recibido de Dios. No solo es un don bello, sino que es a menudo sorprendente. Eso nos invita a que los que creemos en el Evangelio precisamente nos dejemos sorprender como quienes sueñan y dejan que los sueños conduzcan su vida. Nos acordamos del ejemplo de José de Egipto que soñaba e interpretaba los sueños. Aunque eso le traerá problemas con su familia o en sus relaciones, no pudo hacer menos que soñar e interpretar con la ayuda de Dios los sueños. Algo similar pasó con José, el esposo de María. De los varios sueños que tuvo José y de su actitud vemos que para caminar en el camino que Jesús propone hay algunas actitudes esenciales.
A ejemplo de José, una iglesia que quiere ser sinodal es invitada a: soñar, levantarse y proteger.
BUSCANDO EN BELÉN o Qué le llevare yo al Niño
Letra: José Antonio Olivar Cubiella
Música: Carlos Montero
Edic. Paulinas, Madrid 1981
https://www.youtube.com/watch?v=QXxwmb297GM
En la Eucaristía rezamos por todas las guerras en diversas partes del mundo. Hay muchas “Raquel” que no quiren consuelo, quieren la Paz que trae el Niño que nace en Belen, que trae abrazos y muchos quieren balazos…
En un mundo sin amor, todos los niños son huérfanos.
Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos (Mateo 2,18).
La finalidad del Sínodo es:
«hacer que germinen sueños,
suscitar profecías y visiones,
hacer florecer esperanzas,
estimular la confianza,
vendar heridas, entretejer relaciones,
resucitar una aurora de esperanza,
aprender unos de otros,
y crear un imaginario positivo que
ilumine las mentes,
enardezca los corazones,
dé fuerza a las manos»”.
(César Fco. da Silva, y Euquerio Ferreras)