Entrevista al Padre Lorenzo Goyeneche con motivo de sus 50 años de votos (segunda parte)

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¿En qué lugares has desarrollado tu trabajo misionero y qué otros oficios has tenido que desempeñar?

Lorenzo: En Argentina, en la pastoral parroquial y como formador en el colegio-seminario Nuestra Sra. de Fátima, y en el segundo momento como Director de la Editorial Guadalupe en Buenos Aires. En España he estado en varios servicios de la Congregación: animación vocacional-misionera, director nacional de Misiones de la Conferencia española de religiosos, Superior Provincial, Maestro de Novicios, Secretario de Misiones. Todos esos servicios los he considerado como un servicio misionero, y he puesto en ello todo mi esfuerzo e ilusión. En este momento estoy feliz en el servicio de pastoral en la parroquia Santa María de Cabezón de Pisuerga, provincia de Valladolid y con el compañero misionero del Verbo Divino, Hermenegildo Diez.

¿Ha cambiado mucho la Congregación del Verbo Divino a los largo de los 50 años?

Lorenzo: En su carisma misionero y entrega creo que ha sabido conservar las esencias y el legado fundacional de san Arnoldo Janssen. En las formas, en las estrategias, en la vida normal de cada día, ha debido actualizarse. La misionología de los inicios de la fundación se han ido enriqueciendo con otras características más amplias: la comprensión más adecuada de la interculturalidad, de la inter-religiosidad, del diálogo profético, de la pastoral y exégesis bíblica, de la justicia y la paz, y el cuidado del medio ambiente. El próximo año, en junio, se reunirá el Capítulo General, con representantes de los 6.500 misioneros del Verbo Divino esparcidos y provenientes de todos los continentes, para reflexionar, orar, actualizar y proyectar nuestro servicio misionero en los próximos años. Será un momento de gracia.

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¿Tiene futuro la vida religiosa y misionera?

 Lorenzo: Sí, pero hay que estar atentos a los signos de los tiempos, a las necesidades de la humanidad. Surgen nuevos estilos, nuevas formas de ser religioso-misionero al ritmo de los tiempos y necesidades de los demás. Lo importante es saber que los caminos de Dios siempre nos llevan a las personas y ahí es donde se juega nuestra consagración religiosa y misionera. Tenemos que sentirnos libres, con esa libertad natural de Jesús que supo poner el acento en las cosas importantes y esenciales: el Padre y los hermanos. El Espíritu nos irá marcando caminos y nos dará su aliento. Es necesario estar atentos al soplo del Espíritu y a las necesidades de las personas y no en la superficialidad, en la burguesía, en el “siempre fue así”. Es necesario saber discernir, tener capacidad de diálogo, y no cerrar nuestras entrañas a las necesidades de los demás. Debemos acentuar más “el ser que el hacer” en una síntesis adecuada e integradora.

¿Qué recomendaría a los jóvenes?

Lorenzo: No tengo recetas. Deben ser ellos mismos desde su libertad y autenticidad. Deben optar por el “otro” y vivir en consecuencia. No es válida la inercia de dejarse llevar por fuerzas externas que nos marcan las modas, los intereses comerciales, las apetencias de lo más fácil. Es bueno que nuestros jóvenes sean jóvenes y no viejos prematuros. Que vivan la vida con proyección de futuro, con proyección humana, con dedicación a los demás, con decisión por hacer una sociedad mejor acentuando valores fundamentales como la justicia, la integridad, la paz, la solidaridad. Y si alguno se siente llamado por el Señor, a una profundización en la fe y a un servicio a los demás, incluso como religioso-misionera, que se atreva, que diga sí, que el Señor siempre acompaña nuestro caminar. Esa es mi experiencia más profunda y bonita.

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De cara al futuro, ¿cuáles son tus esperanzas y tus miedos?

 Lorenzo: Deseo poner el énfasis en “tus esperanzas”, sin rehuir “tus miedos”. A esta altura de la vida, la esperanza se vuelve más viva, y es el horizonte donde eso de san Juan de la Cruz “en el atardecer de la vida, seré juzgado por el amor” se convierte en acicate más evidente y urgente. Es también una época donde se debe tomar más en serio eso de privilegiar “el ser sobre el hacer”. Los caminos recorridos y experimentados son muchos y variopintos. El poeta nos dice “se hace camino al andar” y aceptando eso, debemos experimentar con más clarividencia y reposo eso de “yo soy el camino, de Jesús de Nazaret”. Al mismo tiempo hay que agradecer y vivir con armonía y confianza la experiencia lograda en la vida de fe “los caminos del Señor pasan y se entrecruzan siempre con los caminos de las personas” y confiar en que Él, nos acompaña y nos cobija. Los miedos, desde esta perspectiva, no me inquietan ni me atemorizan. Él, camina a nuestro lado y desde esa confianza todo cobra relieve especial , la consagración se vuelve más diáfana, y el servicio misionero se armoniza, sin perder intensidad y compromiso misionero, a favor de todos. Tampoco mis 71 años son motivo para bajar la guardia en el servicio misionero, sí en la conciencia refleja de que debo acentuar y vivir más y mejor “el ser y no tanto el hacer”. Durante los próximos meses de marzo y abril del 2012 participaré en el Equipo de Dirección-Animación para misioneros del Verbo Divino en su 3ª Edad. El lema de ese Curso que se impartirá en español y portugués en Nemi (Italia) tendrá el lema: “también en la vejez seguirán dando frutos… até na velhiçe continuarâo a dar frutos”(Salmo 92,15), significando que en esta etapa dorada y en el atardecer de la vida también debemos ser misioneros, pero no desde el activismo que hemos vivido en años jóvenes, sino desde la armonía, sosiego y paz que deben colorear esta edad adulta, también misionera.

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