Ciudad de México, 25 de julio, 2017
FIESTA PATRONAL A LA MEXICANA
Fiesta del Sr. Santiago Apóstol, en una sencilla capilla, de una colonia popular de la Delegación Iztapalapa. Fiesta al modo tradicional, con Misa bien participada, mucha música y flores, larga procesión con el Santo (en imágenes chica y grande), bailes tradicionales (en esta ocasión los “chinelos” de Morelos). No faltan la comida, ni la bebida, ni los cohetes. Todo a cargo del comité de “mayordomos”, que, anualmente, son los responsables de organizar y financiar la mayor parte del gasto de la fiesta.
Un amigo diría que “se te enchina la piel”, que emociona, el percibir el alborozo, la alegría, la devoción, la espontaneidad. Es la fiesta de la gente buena y sencilla.
Desde Europa habrá quién se pregunte ¿para qué tanto alboroto? La respuesta desde América Latina está fácil. Estas manifestaciones de catolicismo popular son un modo de vivir uniendo su cultura con la fe católica. La procesión ya es una confesión de fe; el acompañar al santo, expresión de la cercanía de Dios y de su ayuda. Su piedad refleja lo que Jesús de Nazaret decía, que Dios se revela a los pobres y sencillos. En esta dirección se podría abundar con lo que dicen los diversos Documentos de las Conferencias de los Obispos Latinoamericanos.
Simplemente desde una perspectiva sociológica, la fiesta en que participé el martes pasado, crea comunidad. Y concretamente, en esa colonia de Cananea, las diversas actividades religiosas y sociales en torno al templo crean identidad. Son familias llegadas de diversos lugares de la República que ahora hacen camino juntas. Unidos en su devoción al patrón Sr. Santiago conviven, festejan, hacen amigos, animan su esperanza, cooperan desde su pobreza… Estas buenas gentes qué lejos están de vivir aferrados a su propio “bienestar egoísta”.