Entrevista con Jesús Andueza, SVD (Primera parte)

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Jesús, llevas 16 años trabajando en el Generalato (Roma). ¿Cuáles son los recuerdos de tu trabajo durante todos esos años?

Explico brevemente cómo llegué a Roma. Fue a mediados de octubre de 1994 invitado por el entonces Superior General Enrique Barlage. Yo estaba en Roman (Rumanía) y me llamó por teléfono explicándome a grandes rasgos en qué consistiría mi cometido en Roma. Me hablo ser redactor del Nuntius Societatis Verbi Divini. Para enterarme mejor me sugirió que viniese a Roma por unos 15 días. Así lo hice.

Tras la entrevista que tuve con él apenas llegué al Collegio supe que me quedaría en Roma. ¡Amor a primera vista! El entonces encargado del Nuntius, P. Franz Faes, me fue introduciendo en todo lo relacionado con el Nuntius. Primero tuve que familiarizarme con algo parecido a un ordenador pero que en realidad era una máquina de escribir perfeccionada. El mejor método para aprender, me dijo mi maestro, era “jugar” con el aparato. ¡Qué más quería yo! Me hacía mucha ilusión “jugar” con aquel aparato.

De pronto dejó de funcionar, llamé al encargado, el P. Fritz Förster compañero de curso en St Augustin, y me dijo que había cancelado todas las cositas (él dijo un término técnico) que hacían funcionar el aparatito. Solucionó el problema. No se necesita mucha inteligencia para entender la función del redactor del Nuntius. Consiste en recopilar todos los documentos que el Consejo General publica a lo largo del año y componer un folleto para enviarlo a las Provincias.

Esto facilita luego las consultas a dichos documentos. Se publicaba en Alemán, Inglés y Español, entonces los tres idiomas oficiales de la Congregación. Ahora tras la caída del alemán, en los dos últimos idiomas. Si bien para algunos era una pérdida de tiempo y malgastar una persona, lo realizaba con mucho gusto convencido de que se trataba de un servicio, y además importante para la Congregación y la historia.  jess_1

Nos puedes contar cuál ha sido tu trayectoria antes de llegar a Roma. Estuviste en muchos sitios como Alemania, Paraguay

Ingresé en el Verbo Divino en Estella el 4 de septiembre de 1947 porque quería ser Obispo (esto sería largo de explicar). Primero y segundo curso hicimos en Estella, el tercero y cuarto en Coreses y el quinto nuevamente en Estella. El 8 de septiembre de 1952 tomamos el hábito en el santuario del Puy y al día siguiente, acompañados por el P. Pedro Guntern, Consejero General que nos había entregado el hábito, nos trasladamos a Roma.

Aquí hicimos dos años de Noviciado y tres de Juniorado, es decir, terminar algo parecido al bachillerato. ¡Qué peripecias en Roma! Después de estos cinco años fuimos a España de vacaciones, si mi memoria no me traiciona, dos o tres semanas. Luego rumbo a Alemania. ¡Aquí tragicomedia! Llegamos finales de agosto de 1957 sin saber alemán, si bien habíamos estudiado algo en Roma. El 1 de septiembre comenzamos los ejercicios espirituales en preparación a la renovación de los votos. ¡Los ejercicios que mejor recuerdo y que transformaron mi vida porque no entendí ni palabra! Pasé toda la semana ejercitando mi lengua para poder decir “válidamente” Keuschheit (castidad). Sin haber hecho ningún curso de alemán, el día 9 de septiembre comenzamos la Filosofía, dos años, y después la Teología, cuatro años…

El 8 de diciembre de 1962 recibimos la ordenación sacerdotal de manos del Obispo indonesio Mons. Paul Sani que había conocido en Roma cuando él estudiaba en la Gregoriana. Antes, naturalmente, nos comunicaron nuestro primer destino, yo al Paraguay. Dejamos Alemania en abril de 1963 para unas vacaciones en la familia y después, Nicasio Zabalegui, destinado a Argentina, y yo fuimos a Madrid para hacer el “año de pastoral”.

La Provincia española no tenía nada en Madrid y vivíamos en el colegio de los Hermanos Corazonistas en la calle Alfonso XIII. Aquí los dos tuvimos una aventura que es mejor olvidar. Pero quiero dejar constancia de que no guardo ningún rencor a quienes la causaron. Creo que fue el 26 de septiembre 1964 salimos, Nicasio y yo, de Barcelona con el barco “Cabo San Roque” cada uno rumbo a su destino misional. El 21 de octubre de 1964 pasé, en un “pobre barquilla” de Posadas (Argentina) a Encarnación, Paraguay. Veinticuatro años estuve en Paraguay siempre en trabajo pastoral con excepción de dos años en la formación: Seminario Diocesano de Encarnación y Seminario de la Congregación en Colonia Obligado (este fue un año amargo que no quiero ni recordarlo). Y tres años como ayudante del Ecónomo Provincial. Los demás años pastoral en diversas parroquias.

Donde quedaron mis huellas y también mi corazón fue en Santo Domingo de Guzmán, Lambaré, cerca de Asunción. Tuve como compañero al Hermano Hubert Jacobs que ahora está en la comunidad contemplativa en Montenau. No era una parroquia sino una Vicaría dependiente de nuestra Parroquia San Juan Bautista. Fueron diez años estupendos. Tuve bonitas vivencias que no entran en esta entrevista. La gente al principio la veía bastante recelosa y distante, hasta que se convencieron de que me quedaba fijo. Entonces cambiaron radicalmente.

Con la colaboración de la gente y, naturalmente, también de Adveniat, se construyeron la escuela, un campo de deportes y la iglesia. Me siento orgulloso de haber realizado y colocado las vidrieras, que según me dicen todavía existen. Dibujo y orientación fueron de Leonardo Tirtania (un cohermano polaco que después no dejó). Finalmente se construyó la casa parroquial. Ahora esta en manos de los diocesanos. Después pasé por otras parroquias sin pena ni gloria por el breve tiempo que estuve en ellas. La última fue la Parroquia San Lucas en Ciudad del Este, entonces Ciudad Presidente Strössner. De aquí a España donde también pasé sin pena ni gloria. Finalmente vino Rumanía, una quijotada que viví con pena y sin gloria.

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