De Gabriel Galus, casa de formación /Calle Acueducto-Madrid
El IV Encuentro Nacional de Vida Religiosa Joven se celebró del 4 al 7 de diciembre de 2010 en Madrid. Fue convocado por la Confer nacional con el eslogan “Con los pies en la tierra”. Con este lema, se pretendía llamar la atención de que todos estamos llamados a construir el Reino de Dios, con conciencia y con realismo. Apunta también a las actividades misioneras itinerantes, como hizo el apóstol Santiago.
Hubo tres razones para convocar este encuentro: La primera, favorecer el encuentro entre la Vida Religiosa joven para poder compartir nuestra forma de seguir a Jesucristo en la Iglesia de hoy; la segunda, cultivar nuestra formación desde la oración y desde la opción preferencial por los más necesitados; y la tercera, celebrar nuestra vocación desde la interculturalidad de nuestras comunidades y desde la diferencia intergeneracional.
Asistieron 150 personas de distintas congregaciones masculinas y femeninas. Los ponentes venían de distintos campos del trabajo y compartieron sus experiencias de vida. Hubo diálogo, testimonio y talleres que nos enriquecieron. Todos hablaban de la Vida Religiosa, pero desde distintas perspectivas.
Lo que más me ha impactado es que la Vida Religiosa nace en el camino, es decir, es el fruto del encuentro con el Resucitado. La meta de este camino es conformarnos a la vida de Cristo (in persona Christi). Se puede decir que nuestro camino es camino de evangelización, de consagración y de comunión. Nuestro testimonio mayor ante nuestra sociedad actual es que podemos vivir interculturalmente en profundidad. La fraternidad y la comunidad son testimonios visibles ante el individualismo y la soledad, que caracterizan a nuestra sociedad.
La vida comunitaria no está hecha, sino se hace, se construye. Por eso, es importante la colaboración de cada uno. El trabajo en equipo es una llamada urgente. La misión no es nuestra tarea personal, sino tarea de todos los que estamos apasionados por la vida de Cristo. En el campo de la pastoral juvenil y formación, nos propusieron cambiar el modo de apostolado. Se trata no tanto de esperar a los jóvenes para que vengan a la iglesia, sino que tenemos que ir hacia ellos. La Vida Religiosa no es un problema, pero si que hay dificultades. Las dificultades vienen de tres ámbitos distintos: de uno mismo (individualismo o narcisismo); del ámbito institucional (crisis de autoridad, crisis demográficas); del aspecto ambiental (insignificación social). Para afrontar estas dificultades es necesario volver a Cristo, con los carismas de nuestros fundadores.