En una sociedad, la occidental, donde Dios puede ser solo un concepto que discutir, la experiencia y la fe cristiana se presenta como una realidad en la que creer, en la que confiar, por la que dirigir nuestras vidas. No podemos decir aquella frase, triste sin duda, de que «Si Dios existe es su problema», haciendo mofa de algo que nos atañe porque nos afecta. No: los cristianos decimos, «Si Dios existe, es mi problema, porque sé que solo puedo vivir en su presencia, ante él, abierto a él, escuchándole a él». Dios no es el motivo de nuestra desesperación, sino todo lo contrario, el motivo de nuestra esperanza.

EUCARISTÍA

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