Retiro en Fátima – 2024
Ejercicios Espirituales de las Provincias SVD de Portugal y España
Fátima, Portugal, 26-30 de agosto 2024
Nos acompañó Carlos del Valle svd
Los ejercicios espirituales este año trataron de responder a lo que nos pide el Capítulo General: “Tu luz debe brillar. Discípulos fieles y creativos en un mundo herido”.
Me llamó la atención los tres elementos que desarrolló Carlos en la vida del misionero: la relación con Cristo, de donde brota un mensaje, con el lenguaje del servicio. Como asimismo eso de que la vida del niño está centrada en el juego; la del adulto, en las relaciones; la del cristiano, en las relaciones que hacen hermanos.
Carlos del Valle, con palabras, que siempre reflejan actitudes y comportamientos positivos o negativos, nos fue orientando a que nos miremos interiormente y respondamos al desafío de ser discípulos en nuestra vida. Estamos invitados a mirarnos en el espejo de nuestra vida misionera, de la Biblia, del prójimo. Son varios y variados los puntos de referencia aducidos por el predicador: seguimiento, discípulo, misión, testimonio, creatividad, comunidad, valores, humanidad, sensibilidad, misericordia, buenos samaritanos, crear fraternidad, servicio, alegría… para ir fortaleciéndonos como Congregación misionera, renunciando a refugiarnos en el clericalismo, el estatus y roles, lo mundano, nuestras costumbres, rutinas y comodidades.
Para vivir nuestras relaciones, los seres humanos hemos desarrollado la economía, la política, la cultura, la ética y la religión. Misión para nosotros es ir configurando todo eso desde el Evangelio. Mt 5,13-16 nos recuerda que somos sal dando sabor (sentido del gusto); somos luz iluminando dando valor a lo que encuentra (sentido de la vista). Para dar sentido a nuestra vida misionera, cuenta en primer lugar el testimonio, acompañado de la palabra, y siempre desde la Palabra encarnada, quien nos envía. Todo un desafío. No olvidemos que la vida de cada uno de nosotros es el evangelio que más lee la gente a nuestro alrededor.
Más que instituciones y obras, lo que la sociedad necesita hoy son personas que encarnan otros valores distintos a los reinantes en ella: el dinero, consumismo, búsqueda de poder, prestigio, éxito pisoteando al otro, individualismo, manipulación, violencia… diosecillos que fácilmente entran en el corazón y provocan situación de descarte en personas, exclusión de mayorías empobrecidas. En esa situación, un mundo sin compasión no es habitable para seres humanos. “Misericordia es una contribución preciosa del cristianismo en la historia de la humanidad”.
La misericordia implica compasión y ternura, cercanía, ayuda y cuidado, comprensión y perdón. Son los de abajo, los que no cuentan, el punto de partida en la misión para encarnar la misericordia. De ahí que para conocer una sociedad, hay que fijarse en los hospitales, cárceles, casas de ancianos, los lugares de la debilidad. Es la atención a los débiles lo que muestra la grandeza o miseria de una sociedad.
Jesús pasa por este mundo haciendo el bien y sanando (Hch 10,38). Si para salvar al mundo, Dios se hace humano, no hay otro camino en la misión para nosotros: ser personas humanas, profundamente humanas, encarnadas en la vida de aquellos a quienes queremos contagiar Evangelio. Pero Jesús asume no solo la naturaleza humana, sino también la condición humana. Se hace no solo hombre, sino hombre débil. De ahí que en la misión la debilidad sea buena noticia para nosotros. Jesús rechaza el honor y el poder. Nos transmite tres verbos benditos: dar, bajar, servir, renunciando a tres malditos: acaparar, subir, mandar. El predicador en repetidas ocasiones nos recordó el himno en Filipenses 2, 6-11, como modelo para nuestro estilo de vida.
Apoyándose en el itinerario de Elías, en 1 Re 19, 1-14, Carlos nos fue mostrando el itinerario de vida consagrada hoy, con nuestros desvelos, cansancios y mediocridades. La tentación del refugio en nuestras instituciones, en nuestros roles, y cuánto nos cuesta ir descubriendo la presencia del Señor hoy, que tampoco está en el trueno, el huracán o el fuego, en eventos llamativos y situaciones grandiosas. Es en la brisa suave, en la vida de cada día, en lo cotidiano, entre la gente sencilla, donde podemos descubrir la presencia de Dios.
Para nuestra vida misionera, Carlos nos fue mostrando las características de una espiritualidad actualizada, como gasolina en la vida. La espiritualidad misionera es vitamina que nos nutre, no simple condimento que da gusto al paladar. Como misioneros del Verbo Divino, somos lectores de la Palabra de Dios en la vida y en la Biblia, para ser luz que ilumina, según el lema de nuestro Capítulo General. Las reflexiones de los ejercicios espirituales trataron de responder al desafío de ser discípulos fieles y creativos. Centrándose en ser discípulo, con frecuencia el predicador fue llamando la atención frente al clericalismo que solemos encarnar en la misión, para vivir contentos siendo pueblo de Dios, y no élite de Dios. De ahí que también me llamara la atención un punto que desarrolló el predicador, apoyándose en esta palabra del Papa Francisco en Evangelii Gaudium 139: “El pueblo de Dios se evangeliza así mismo”. Y lo fue mostrando con ejemplos y situaciones de vida.
Fe es vivir el Evangelio encarnándolo. Para ello, Carlos nos recuerda que todos tenemos coraza y corazón. Y alude al centurión romano, en Mt 8,5-13, que lleva coraza, uniforme militar, signo de opresión y muerte, pero también tiene corazón, fe y bondad, al pedirle a Jesús que sane a su siervo enfermo. No olvidemos que este militar romano, un pagano, le ha dejado a la Iglesia universal, como herencia, esa maravillosa oración que repetimos en la celebración de cada eucaristía: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa…”
Carlos nos dice que espiritualidad es pasar del ego al amor. Nos lo hace ver en Jesús, que se presenta como servidor: “He venido a servir” (Lc 22,27). Lo vemos con toalla y palangana el jueves santo. Hablando de Jesús como servidor, no podía faltar la referencia al buen samaritano en Lc 10,30-37, que es Jesús mismo. Dando pasos concretos: miró, se acercó, sintió lástima, dejó sus planes, prestó su animal, ayudó, curó, pagó sus gastos. Estamos invitados a volver a la escuela del Maestro para seguir conjugando estos verbos en la misión. De lo contrario, perderemos humanidad, sensibilidad y ternura ante el dolor ajeno. Si vivo lleno de ego, estoy vacío de Dios.
En los ejercicios tuvimos la ocasión de celebrar el sacramento de la reconciliación. Para ello el predicador nos invitó a mirar la Cruz. Dios en la cruz no existe en ninguna otra religión. No es fácil para nosotros, seres humanos, la relación con el sufrimiento. Es más fácil actuar como cristianos que sufrir como cristianos. Tuvimos la ocasión de ir desgranando la propia vida, en examen de conciencia, siguiendo los pasos de la Pasión de Cristo, antes de acercarnos a celebrar el sacramento del perdón.
Euquerio Ferreras SVD