Llegando a casa, una simpática joven vestida de uniforme laboral, con urgencia me pregunta:
-¿Me puede decir que hora es? Nos miramos.
-Mi reloj es suyo. Le sonrío. Debe ser buena hora y, sonriendo a su vez, corre subiendo sin mirar atrás la cuesta de Cardenal Silíceo. También es buena hora para que nos encontremos en casa los de casa, para votar cuál será la foto de Budi que alegre más si cabe nuestro comedor.
En casa ya hemos decidido no cerrar la puerta 5º 1. Hoy hay un tráfico como el viernes más intenso donde pueden rozar los coches Torres Blancas.
Hoy por la mañana Modesto ha volado a Bratislava, estrenando su nuevo sexenio de Coordinador General de la Comunicación; a esa hora Mirek salía bien elegante a una misa con el cardenal Osoro, en la Catedral. Durante la mañana ha llegado Xene desde Estella; cuenta que Óscar lo ha acompañado por la editorial, donde ha estado gestionando asuntos de Verbum Biblia (Congo+gran porción de África).
A la hora prevista ha llegado a casa, su casa trampolín, Juaquín Bodego procedente del homenaje en Barcelona a «Los dos Juaquines», en el Liber. Se ha saludado con Julio Ausín, con un abrazo inmenso respetándole el brazo escayolado del que tendrá atención mañana en La Princesa. Ambos, al parecer, no habían coincido en España desde el 1973. Tremendo esto de los envíos misioneros planetarios y perseverantes.
Por no dar más, que conste aquí nuestra enhorabuena a Mark por su comunicación sobre su Capellanía Filipina, hoy mismo, antes de estos reconocimientos que lo incluyen con todos los citados. ¡Qué gozos cada día! La paella del jueves, a lo grande.
Foto de Mark