Recordamos el camino recorrido con Víctor Herrero, en base a los textos bíblicos que nos dio y abrieron horizontes y motivaron ilusiones, esperanzas.
Génesis caps. 1-4 En el principio.
Job El sufrimiento, el mal, con muchas preguntas desde la palabra humana.
Juan 1,14 El magnífico regado de Dios que se encarna en nuestra humanidad.
Mateo 25, 19 Su Palabra, con muchos rostros hecha carne, en la historia, y hoy en el compromiso que salva.
PALABRA. LOGOS. VERBO.
La Palabra en arameo Dabar. Logos en griego. Verbum en latín. Verbo en español.
Es el gran regalo que estos idiomas reciben, transmiten junto con sus habitantes de buena voluntad y refieren a Jesucristo. A Jesús en su humanidad, carne. A Cristo en su divinidad. Con este hilo conductor de su Palabra, la Biblia, los exégetas nos lo explican y acercan.
Nuestro nombre “Misioneros del Verbo Divino” está en su encarnación, tomó en serio nuestra carne, se hizo carne, asumió la condición humana. Lo humano y lo divino entrelazados.
El teólogo Juan en su Prólogo nos comunica que el Verbo Encarnado es Luz y Vida para nosotros.
Unos lo rechazan, y siguen en las tinieblas. Otros lo aceptan y reciben el gran regalo: Dios. Están en la luz. Tienen la Palabra, y nos dice Juan en el versículo:
12 A cuantos la recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les dio capacidad para ser hijos de Dios.
Nos lo vuelve a recordar en 1ª Juan 3, 1:
QUÉ MAGNÍFICO REGALO
NOS HA HECHO EL P A D R E:
QUE SEAMOS H I J O S DE D I O S.
1 Juan 1, 1
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca de la Palabra de vida, os lo anunciamos.
Nos invita a ser sus testigos, portavoces como Juan Bautista lo hizo preparando caminos para el Señor y comunicándolo a su pueblo con su palabra, con su vida.
Esta invitación bíblica, del Dios Palabra, Dios Verbo Divino, dando un salto histórico la retoma San Arnoldo Janssen y nos la regala a sus hijos e hijas, que la multiplican con sus palabras en muchos idiomas. Se va haciendo un hermoso árbol porque la semilla del Dios que habla, el Espíritu la lleva y regala a muchos pueblos, a muchas culturas, más allá de fronteras y puntos cardinales, a los corazones humanos.
El ser humano creyente se estremece ante la belleza poética y teológica, ante el pan de Dios para nosotros, reflejado en el Prólogo de Juan, también podemos saborear la belleza poética y teológica del himno que te reza tu Iglesia en la Liturgia de las Horas que el poeta nos regala.
SEÑOR, ¿A QUIÉN IREMOS?
Señor, ¿a quién iremos,
si tú eres la Palabra?
A la voz de tu aliento
se estremeció la nada;
la hermosura brilló
y amaneció la gracia.
Señor, ¿a quién iremos,
si tu voz no nos habla?
Nos hablas en las voces
de tu voz semejanza:
en los goces pequeños
y en las angustias largas.
Señor, ¿a quién iremos,
Si tú eres la Palabra?
En los silencios íntimos
donde se siente el alma,
tu clara voz creadora
despierta la nostalgia.
¿A quién iremos, Verbo,
entre tantas palabras?
Al golpe de la vida,
perdemos la esperanza;
hemos roto el camino
y el roce de tu planta.
¿A dónde iremos, dinos,
Señor, si no nos hablas?
¡Verbo del Padre, Verbo,
de todas las mañanas,
de las tardes serenas,
de las noches cansadas!
¿A dónde iremos, Verbo,
si tú eres la Palabra? Amén.
(Tomo III, págs. 905, 1175, tomo IV, págs.831, 1101)
Euquerio Ferreras