¿Son éstos?
¿Serán éstos?
¿O estos otros?
¿Tal vez son éstos?
En la casa de Dueñas (que ya sabes que es la tuya) estos días no es un rincón sino toda la casa la que está llena de mis familiares (que son también los tuyos). Desde el 6 hasta el 10 de Julio disfrutan y disfrutamos todos de una convivencia muy familiar los Misioneros del Verbo Divino.
Treinta años hace que comenzamos a reunirnos unos días del verano con nuestros familiares en alguna de nuestras casas. Ahora es ésta de Dueñas, que reúne unas condiciones óptimas para acogerlos como se merecen. Aquí compartimos con ellos misa y mesa, mutuamente nos conocemos más y mejor, nos contamos nuestras tareas, batallas y batallitas, lamentamos la ausencia de alguno que ya se ha ido, nos alegramos al conocer alguno nuevo y siempre deseamos gozar con la presencia de algún misionero que esté de vacaciones para que nos cuente de viva voz qué hace y cómo se siente en el país donde ha estado y donde está actualmente.
Al presentar hoy a esta queridísima familia de misioneros del Verbo Divino, no puedo menos de hacer referencia, como siempre, a un relato del Evangelio. Lo narran los tres sinópticos: Marcos, Mateo y Lucas. Dicen estos evangelistas que estaba un día Jesús reunido con mucha gente y en ese momento sus familiares querían acercarse para hablar con él. Jesús aprovechó esa ocasión para puntualizar quiénes son para él su madre y sus hermanos.
Aunque conozcas la respuesta, te invito a abrir la Biblia y leer detenidamente esa afirmación de Jesús.
Está en Mc 3,31-35; Mt 12,46-50; Lc 8,19-21.
