Mi camino misionero en el Verbo Divino

Los Primeros pasos de una vocación

A lo largo de estos años he aprendido que ser misionero no es solo ir lejos, sino estar siempre disponible, vivir con apertura y anunciar con la vida lo que predicamos con los labios. Ser misionero es acoger la diversidad como don, abrazar la cruz como signo de fidelidad y caminar con esperanza junto al pueblo de Dios.

La llamada a una vida de fe y servicio llegó en mi juventud. Recién salido del colegio, me uní a un grupo juvenil misionero con el deseo ardiente de anunciar la Palabra de Dios. Aquellas experiencias, yendo de parroquia en parroquia, de pueblo en pueblo, compartiendo catequesis y acompañando comunidades, marcaron profundamente mi vida. En medio de caminos de polvo y celebraciones sencillas, sentí que mi vocación iba más allá de servir solo a los míos: quería consagrar mi vida como misionero para el mundo.
Con solo 18 años, me uní a los Misioneros del Verbo Divino en Bogotá, Colombia, donde inicié un camino de entrega, aprendizaje y encuentro con otras culturas.

Una formación sin fronteras

Mi formación misionera me llevó a cruzar océanos y descubrir la riqueza de la diversidad humana. Tras la etapa inicial en Colombia, pasé un año en Australia en 1989, donde aprendí inglés y viví una experiencia transformadora. En 1990 llegué a Filipinas para seguir mi formación en Tagaytay durante cuatro años, tiempo de profundo crecimiento humano y espiritual. Luego regresé a Colombia, donde fui ordenado sacerdote el 25 de junio de 1994, rodeado de mi familia.

La misión en Filipinas: rostro vivo del Evangelio

Mi primer destino misionero fue Santa Cruz, en la isla de Mindoro Occidental, Filipinas, donde serví cuatro años acompañando a comunidades locales, compartiendo sus alegrías y luchas, y descubriendo una fe viva y una esperanza tenaz. La misión dejó de ser un ideal para convertirse en una realidad concreta y encarnada.

Más tarde, me especialicé en consejería psicológica en Manila. Luego colaboré en la formación de jóvenes verbitas en Colombia, hasta que en 2012 fui llamado a Roma para servir como rector del Collegio del Verbo Divino y luego como secretario general durante seis años, mientras seguía vinculado a la comunidad cristiana filipina, que se convirtió en mi segunda familia.

Un nuevo capítulo: la misión continúa en España

Tras más de una década en Roma, la obediencia me ha enviado a una nueva tierra: España. Desde febrero de 2025 colaboro con el equipo de la Editorial Verbo Divino, en Estella (Navarra).
Desde la palabra escrita deseo seguir anunciando el Evangelio y sembrando la Palabra allí donde el Señor me envía. Porque donde está el Verbo, allí está la misión… y allí quiero estar yo.

 

José Nicolás Espinosa, SVD

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En Familia – Verano 2025