Secretariado de Misiones
Hermanos todos, Misioneros todos
El Evangelio, la Buena Noticia de Jesús es para todo el mundo. Decimos que es una misión universal. Leemos en los Hechos de los Apóstoles cómo a las primeras comunidades cristianas no les fue fácil entender que su Evangelio no era sólo para los judíos, sino que era para todos. Por eso hablamos de la “Iglesia católica”, que significa “asamblea universal”.
El creyente en Jesús, cree en el Resucitado, en la Vida. Quienes seguimos a Jesucristo, los cristianos o católicos, queremos hacer realidad en nuestro mundo el Reino de Dios, de paz, de justicia y de amor. Con otras palabras creemos en Dios, Padre bueno y misericordioso, que nos quiere sanos y felices porque somos sus hijos; creemos en Jesucristo que nos amó hasta el extremo y nos invita a compartir su vida y su misión, recordando lo que Él nos dijo e hizo; creemos en el Espíritu Santo, que nos impulsa y nos da fuerza para continuar la misión de Jesucristo. Como nos decía el Papa Francisco en su mensaje del DOMUND la misión parte de nuestro ser cristianos. Si somos bautizados no podemos dejar de ser también enviados, misioneros.
Alguien me podría decir: “Esto suena medio bien, pero es teoría”. Es pura teoría si es un cristiano por su acta de bautismo, pero no es misionero. Si no le interesa conocer a Jesús, ni le interesa la comunidad cristiana, ni le importa la solidaridad o el bien común, ni la misericordia, ni el perdón…es solamente cristiano de nombre, no de hecho. Al contrario, si somos bautizados y nos importan los demás entonces somos misioneros. Empezando por casa, en la familia, en el estudio o trabajo, en relación con Dios y los demás.
Según el Evangelio de San Juan, Jesús Resucitado les dice a sus discípulos: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo (Jn20,21)”.
Pero hay algunas personas que la misión la tienen como vocación específica. Son los misioneros y misioneras que dejando su familia y su tierra comparten su fe y su vida anunciando el Evangelio en comunidades lejanas y de otras culturas. Ya sean religiosas o religiosos, sacerdotes diocesanos e incluso laicos.
¿Cómo se puede contribuir al anuncio del Evangelio? Ya lo hemos dicho. En primer lugar empezando con la familia, la comunidad, los demás…Y en segundo lugar apoyando a quienes dejaron su tierra y su familia para compartir su vida en otros lugares del mundo donde se necesita anunciar el Evangelio. Sencillamente son necesarias dos manos: la oración y la caridad.
Nos llamamos y somos Misioneros del Verbo Divino. Es nuestro carisma. Es lo que nos define.
En cada una de las provincias o unidades territoriales donde estamos se constituye el Secretariado de Misiones, con el fin de crear conciencia de la responsabilidad misionera de toda la Iglesia y sostener espiritual y materialmente su obra misional (Cons.102,2).
Esta oficina del Secretariado tiene las siguientes tareas.
Fomentar la conciencia misionera
Interés por el bienestar de los misioneros
Recaudación de fondos
En el Secretariado de Misiones nuestros bienhechores saben cómo desde hace muchos años, al menos desde finales del siglo pasado, expresan su ser misionero colaborando con los proyectos mensuales del calendario misional y de la revista En Familia.
Sus colaboraciones económicas en sincera perspectiva misionera son un modo de expresar la gran verdad en la que nuestro querido Papa Francisco insiste: Somos hermanos todos, misioneros todos.
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