Mini proyecto «Verano 2023»

ALIMENTOS SOLIDARIOS PARA LA MISIÓN EN CUBA

Tuve hambre y me disteis de comer (Mt 25,35)

Queridos amigos y bienhechores de las Misiones:

En este número de En Familia, puedes leer parte de la preciosa homilía de Mons. Emilio Aranguren Echeverría en el rito de consagración del templo «Sagrado Corazón de Jesús» en Cayo Mambí (Municipio de Frank País, Holguín). Mons. Emilio, de raíces guipuzcoanas, es el obispo de la diócesis y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.

Desde México, los Misioneros del Verbo Divino llegamos hace 35 años a la Diócesis de Holguín, Cuba, «cerca del lugar donde fue hallada y acogida la imagen de nuestra Madre y Patrona, la Virgen de la Caridad». Entonces, y en varias ocasiones, tuve la gracia de visitar a nuestros misioneros en Cuba.

En mi primera visita, en Cayo Mambí nos reunimos con ocho señoras sobre el entarimado, que era lo único que quedaba del templo destruido por el huracán Flora en 1963.
Lo hacían semanalmente para rezar y nos dijeron que para mantener la propiedad del terreno. Estas mujeres, ya desde el cielo, gozarán con la realización de su templo. Mons. Emilio dice en su homilía: «Es verdad que la paciencia todo lo alcanza, pero en esta obra se han añadido la constancia, la entrega en la perseverancia callada y sostenida un día tras otro, un mes, un año… hasta hoy y aún lo poquito que falta».

No es necesario explicitar la situación por la que pasa el pueblo cubano, en su aislamiento y después de la pandemia… Es de admirar la solidaridad de tantas personas que han hecho posible la construcción del templo «Sagrado Corazón de Jesús». El obispo Don Emilio no se olvidó de los diversos grupos de trabajadores, incluyendo a quienes ayudaron en la cocina, con las meriendas… «a tantos hijos e hijas de este pueblo que, a lo largo de todos estos años, se han quitado de la suyo para compartirlo en las meriendas a los constructores, en el almuerzo para los necesitados, en la fiestecita para la catequesis».
Suena a un cierto eco de lo que nos dicen los Hechos de los Apóstoles de que los primeros cristianos tenían todo en común…

Bendiciendo la campana, les dijo Don Emilio que «la campana está para avisar, para llamar a los hijos e hijas de este pueblo a que conozcan la Palabra de Dios, las enseñanzas de Jesús, crezcan en el amor fraterno con una especial sensibilidad hacia los más necesitados, tengan la experiencia de sentirse acogidos, escuchados, comprendidos…».
El dar de comer a los hambrientos, creyentes o no creyentes, desde la comunidad que se reúne en el templo, pone de manifiesto que «estamos llamados a ser discípulos de Jesús como sus discípulos misioneros».

La práctica concreta de Jesús de Nazaret, el dar de comer, está a nuestro alcance, queridos amigos y bienhechores. No importa tanto la cantidad sino dar al estilo del Sagrado Corazón de Jesús, con corazón.

Agradecido por vuestra amistad y colaboración.

Fraternalmente en el Verbo Divino,

Joaquín Azcona, svd

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