Viven en casas muy humildes y se las ven mal para conseguir la comida y lo más necesario para sus familias. En estos tiempos de pandemia, su situación es todavía más preocupante. Los ganaderos casi no les dan trabajo en sus fincas. Lo que ganan al día está por debajo de los 6 € y sin otras prestaciones.

Pocas familias cuentan con una hectárea de tierra propia. La mayoría la tienen que arrendar por un año para sus cultivos de maíz y arroz especialmente. El resto de la tierra, más del 95%, está en manos de terratenientes, con haciendas de hasta mil o más hectáreas dedicadas a la ganadería.

A mediados de marzo comienzan a reparar la tierra para sembrarla en abril. No sponen de maquinaria. Muy pocos poseen una esbrozadora. Todo lo hacen con hacha y machete.