Hoy te voy a presentar mi casa (que es la tuya) desde la cocina. Bueno, ya sabes que el objetivo que me propongo al escribir estas páginas, no es enseñarte mi casa, sino que, desde cada rincón de ella, señalarte un rincón de la Biblia.

Esta semana están aquí de retiro espiritual una veintena de sacerdotes de la diócesis de Palencia. El ambiente no puede serles más propicio para lo que buscan: una casa acogedora y cálida aunque sea invierno,  un predicador sabio y santo, un silencio conventual, un servicio esmerado y amable, una comida exquisita, un respeto cordial… ¡El cielo en esta casa de espiritualidad de Dueñas!

El lunes, antes de que llegaran estos santos varones, me fijé en cómo se afanaban tres laboriosas mujeres en ultimar hasta el último detalle en las habitaciones, en los pasillos, en el comedor, en la cocina… ¡Como si todo el éxito del retiro dependiera de ellas!

cocineras

Impresionado por ese trajín, Elena, Nieves y Marisol me llevaron a pensar en Marta, la mujer del capítulo 10 del evangelio de Lucas. ¿Conoces ese relato?

Dicen los que saben, que con ese episodio Lucas inicia la instrucción de Jesús sobre la oración.

 ¡Qué curioso, lo hace presentando a Marta, ama de casa y anfitriona de Jesús!

“Según iban de camino, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta, lo recibió en su casa” (v 38).

El martes, al ver a unas y a otros, en la misma casa, fui profundizando algo más en ese pasaje de Lc 10,38-42.

Dice Lucas: “Tenía Marta una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra” (v 39). 

Eso mismo ocurría en esta casa: veinte sacerdotes habían elegido pasar una semana retirados de su labor parroquial y, con tranquilidad,  escuchar la palabra del Señor; mientras tanto Nieves,  Elena y Marisol se afanaban en “los muchos quehaceres del servicio” (v 40).

Me pregunté: ¿Por qué Jesús le diría a Marta que “María ha escogido la parte mejor” (42)? Acudí otra vez a lo que dicen los que saben, y, según ellos, muchas veces se ha utilizado este episodio para contraponer oración y acción, vida contemplativa y vida comprometida; llegando a afirmar que la oración, la contemplación y las cosas espirituales son superiores, o sea: la parte mejor. Esto es hacer una mala lectura del texto, dicen. Es verdad que hay una afirmación clara: “María ha escogido la parte mejor”.

La expresión: “Marta, Marta…” (41) que usa Lucas, es una severa advertencia de Jesús. Escuchar, acoger, gozar con la novedad del mensaje de Jesús, ésa es la parte mejor. María ha comprendido la buena noticia que trae Jesús, y quiere empaparse de ella. Marta, como los Doce, es también discípula de Jesús, pero sigue atada a la Ley, al cumplimiento, a lo que ella cree, a las múltiples imposiciones, a la responsabilidad como única forma de ser fiel, a lo de siempre; no ha descubierto todavía la novedad del mensaje de Jesús. Marta es el prototipo de la persona atrapada en su tarea; se desvive, se cree en la posesión de la verdad. A pesar de tener a Jesús en su casa no ha descubierto la novedad de su mensaje.

María es la otra cara de la moneda; ha escogido ser discípula que se deja moldear, vivir a la escucha y creer en la buena noticia liberadora del Señor.

No se reprocha en este pasaje la caridad o el servicio a los demás de Marta, sino su ansiedad, su nerviosismo y su posesión de la verdad. No se dice tampoco que María viviera ajena a los problemas de la vida, o despreocupada de sus responsabilidades.

Contemplando a estos sacerdotes desde este rincón de mi casa yo no me atrevo a decir que se han despreocupado de sus responsabilidades parroquiales. ¿Y a caso alguien se atreverá a decir que lo que hacen las tres cocineras en esta casa (que es la tuya) es más ruin que lo que hacen los que meditan en oración?

La conclusión actual de este evangelio puede ser ésta: Hay que ser contemplativos en la acción y activos en la contemplación. Todo está en la acogida que prestemos al Señor.

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