Horas y horas de pie, bajo el sol, el viento y la lluvia. Noches cortas y, a veces, durmiendo en el suelo. Cantos, danzas, un ambiente de fiesta llenaba los días y las noches madrileñas. Ni el sofocante calor de Madrid ni el cansancio podían impedir a estos jóvenes a manifestar su fe en Jesús Cristo. Volvieron a su casa cansados y agotados, pero muy contentos de haber venido a Madrid para vivir su experiencia de fe junto con los demás jóvenes y con su Papa, Benedicto XVI. Vinieron de los cinco continentes. En este encuentro han participado cerca de 2 millones de jóvenes. Durante la XVIª edición de la Jornada Mundial de la Juventud, les han acompañado más de 10.000 sacerdotes y cerca de 1.000 obispos y cardenales de varias diócesis del mundo.
Las calles de Madrid han lucido llenas de gente joven de distintas razas, culturas y lenguas. Muchos rostros, pero todos han formado un sólo corazón. Durante una semana, Madrid se ha transformado en la capital del mundo, la capital de la juventud, la capital de jóvenes católicos. Es la generación de Benedicto XVI, como lo afirmó el Cardenal Rouco Varela en la misa de apertura. “Esta es la juventud del Papa” cantaban los jóvenes. Es una juventud esperanzadora, que oxigena al Papa, alienta a la Iglesia y refresca un mundo sediento de ilusión y coraje, afirmó el propio Benedicto XVI.
Ha sido la primera Jornada Mundial de la Juventud en la que he participado. He disfrutado este encuentro con centenares de amigos voluntarios en el Departamento de Comunicación, en la sección de Redes Sociales. He vivido estos momentos de manera especial. Los peregrinos y voluntarios me han enseñado mucho. He recibido mucho más de lo que he dado. No me arrepiento de haber dedicado todo mi tiempo de vacaciones al servicio de la juventud a través de las redes sociales.
Es muy llamativo la valentía, la labor, el trabajo en equipo, el espíritu de servicio y la fe de voluntarios. Son jóvenes y mayores de todas partes del mundo que han dado todo, con su servicio para la misión de la Iglesia. 30. 000 voluntarios han ayudado durante la Jornada Mundial de la Juventud. Muchos llevan varios meses en Madrid trabajando y preparando este encuentro de jóvenes. Les he visto siempre contentos y orgullosos de lo que estaban haciendo para los demás. Antes de partir rumbo a Roma, el Papa fue a darles personalmente las gracias por la labor edificante que han hecho durante la Jornada Mundial de la Juventud. “Con vuestro servicio, habéis dado el rostro de la amabilidad, la simpatía y la entrega a los demás”, dijo el Pontífice a los 15.000 voluntarios congregados en Ifema, que representaban a todos los voluntarios que han ayudado en la JMJ. Varias familias españoles han abierto las puertas de sus casas para recibir a los peregrinos de la JMJ.
Han sido días de oración y de escucha de la Palabra de Dios. Ha sido gratificante ver a miles de jóvenes en los confesionarios en el Parque del Retiro o rezando toda la noche delante del Santísimo en Cuatro Vientos, lugar de la misa de clausura. Han participado de manera activa en los días de catequesis organizados por grupos lingüísticos con obispos venidos de todo el mundo. Con los jóvenes, la Iglesia está viva y es joven. Son palabras de Giselle, una joven brasileña que ha trabajado de voluntaria en las Jornadas de Madrid.
Los jóvenes han vuelto a sus lugares de origen con una misión, “comunicar a los demás la alegría de su fe”. Esto es lo que les recomendó Benedicto XVI. La Jornada Mundial de la Juventud supone un futuro prometedor para la Iglesia y para el mundo.
Varios compañeros del Verbo Divino, venidos de muchas partes del mundo, han acompañado a los jóvenes de sus parroquias y comunidades cristianas. Es un signo claro de querer hacer de la Pastoral Juvenil nuestra prioridad para el hoy y el mañana de la Iglesia y de nuestra Congregación.
