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Domingo, 27 de mayo.  Durante varios minutos, la calle de Bravo Murillo, entre Valdeacederas (casi en la Plaza de Castilla) y Estrecho (en el cruce con la calle de Francos Rodríguez), se convirtió en una explosión de color, de música, de espíritu de fiesta: Arcos de flores y plantas, ramos de flores, gente vestida con trajes típicos filipinos, canciones marianas entrelazadas con el rezo del Rosario; ¡la Capellanía Filipina Tahanan celebraba el Santacruzan!

¿Qué es Santacruzan?  Se trata de una celebración de fe y de historia que forma parte de una antigua y muy arraigada tradición filipina.   Todos los años durante el mes de mayo se celebran actos en honor de la Virgen María, principalmente las ofrendas florales o Flores de Mayo. Al finalizar el mes y para culminar estas celebraciones tiene lugar el Santacruzan, que une a la devoción mariana, la conmemoración del hallazgo de la Santa Cruz – de aquí viene el nombre de la celebración.

¿En qué consiste el Santacruzan?  Se trata de una procesión en la cual desfilan varias “reynas”; cada una de ellas nos recuerda momentos de la historia de nuestra fe, grandes mujeres en el Antiguo y Nuevo Testamento, y, principalmente, los distintos títulos o advocaciones de la Virgen María.  Cada “reyna” desfila con sus acompañantes, algunos de los cuales portan el arco de flores con el título correspondiente.  Al final del desfile de “reynas”, va la Reyna Elena, acompañada por el Príncipe Constantino, para conmemorar el hallazgo de la Santa Cruz.  La procesión finaliza con el pueblo acompañando la imagen de la Virgen María con canciones marianas y el rezo del rosario.

La Capellanía Filipina preparó con ilusión, esmero, y entusiasmo este primer Santacruzan por las calles de Madrid.  Intentos anteriores se habían limitado a pequeñas procesiones con niños alrededor del patio de la parroquia.  Este proyecto quería llevar a las calles de Madrid una tradición muy querida en Filipinas: el Santacruzan recorrería las calles de Madrid, por la zona donde viven, trabajan y se reúnen un gran número de filipinos.

Cuando se lanzó el proyecto, fue acogido con gran entusiasmo por todos los grupos que forman la Capellanía Filipina.  Cada grupo se ofreció a hacerse cargo de una de las advocaciones marianas, o mujeres del Antiguo y Nuevo Testamento que representan momentos históricos de nuestra fe.  Se trataba de un primer y arriesgado intento que necesitaba incluso de un permiso del ayuntamiento de Madrid.  Los planes empezaron a prepararse tímidamente a la espera de ese permiso.  Una vez dado, parecía que faltaba tiempo para tener todo preparado.  Reuniones, comités y voluntarios se pusieron en marcha.

Por un lado, había que decidir cuáles de las muchas advocaciones marianas o mujeres extraordinarias quedarían incluidas y qué grupos se responsabilizarían de cada una.  En su forma más tradicional y completa, la procesión puede contar con más de 24 “reynas”, en representación de la historia de nuestra fe a través de mujeres en el Viejo y Nuevo Testamento, incluyendo la llegada del cristianismo a Filipinas, y más de una docena de advocaciones o títulos de María.  En este primer intento y teniendo en cuenta el número de grupos participando y el tiempo del que se disponía, se eligieron:

REINA DE LAS FLORES (Devotees of Peñafrancia), REINA DE LOS ÁNGELES (Kabalen), REINA SENTENCIADA (CFC-FFL) – representando a los primeros mártires cristianos, REINA BANDERADA (Nazareno)  – representando la llegada del Cristianismo a Filipinas, REINA DE LAS ESTRELLAS (Bible Group), REINA DEL SANTO ROSARIO (EL SHADDAI DWXI-PPFI), REINA DE JUSTICIA (CCPG Atocha ), REINA DE LA PAZ (Marian Group) – representando varios títulos por los cuales conocemos a la Virgen María,  REINA FE (Lights of the Holy Spirit), REINA ESPERANZA (AMFIL), Y REINA CARIDAD (Ugnayan) – representando las tres virtudes teologales. Finalizando esta primera parte con la REINA ELENA (que lleva una cruz entre sus manos) y su hijo Constantino.   A continuación, ocho estandartes azules para cada una de las letras del AVE MARÍA, que abren el paso a la imagen de la Virgen María.

Una vez obtenido el permiso y tomadas las decisiones sobre los componentes de la procesión, comenzaron muy en serio los preparativos.  Trajes para las “reynas” y sus acompañantes, arcos decorados con flores y plantas, ramos de flores para la ofrenda a la Virgen, letreros y pancartas, micrófonos, mil y un detalles.  Había que hacer y decorar la carroza de la Virgen; incluso había que buscar una imagen de la Virgen para llevar en procesión.  Mucho que hacer y poco tiempo disponible pero eso no importaba.  Había mucha ilusión y muchas ganas de hacer las cosas, y hacerlas bien.

Y llegó el domingo.  Horas antes varios miembros de la Capellanía ya se encontraban en la Parroquia de Nuestra Señora del Espino, donde vive y convive la Capellanía Filipina, que abrió el patio y salones para acomodar los últimos preparativos para el montaje de los arcos y la preparación de unos “sándwiches” para repartir al final de la procesión.  Todo el que entraba encontraba un hueco donde echar una mano.

A las 4 de la tarde daba comienzo la celebración con la Eucaristía a las 4, presidida por el P. Mark Angelo Martínez Ramos,SVD uno de los dos capellanes filipinos. Al finalizar la Eucaristía, el P. Mark invitó a todos a unirse al Santacruzan para honrar a la Virgen en este último domingo de mayo.

Poco a poco se fue formando la procesión con las distintas “reynas” y sus acompañantes.   Después de las “reynas”, los portadores de los estandartes con el saludo del Ave María, abriendo así el paso a la imagen de la Virgen María.  Detrás de la imagen, el P. Mark y el hermano Omar con el resto de la comunidad rezando el rosario.

En todo momento había un espíritu de fiesta, de celebración.  Varias personas se incorporaban a la procesión en distintos momentos, otros saludaban desde la acera al reconocer a amigos y familiares, y otros sencillamente miraban.  A los que se preguntaban qué era todo eso no les fue difícil encontrar una respuesta.  Alguno de los filipinos que participaban desde los laterales no dudaban en explicarles brevemente lo que era el “Santacruzan”.

A un ritmo no muy lento se fueron recorriendo los metros hasta llegar a la Parroquia de San Francisco de Sales, donde tendría lugar la ofrenda floral a la Virgen.  Una vez congregados allí, se entonó el Ave María en español, según se canta aún en Filipinas, mientras las distintas “reinas” dejaban su ramo de flores ante la imagen de la Virgen María.  Después la oración final con la consagración a la Virgen.  Y así, con el corazón lleno de alegría, todos fueron saliendo de la iglesia.  A la salida, antes de despedirse, se compartieron unos sándwiches y agua/refrescos al mismo tiempo que se hacían más fotos y se comentaba cómo había sido y se había vivido el primer Santacruzan por las calles de Madrid. (Escrito por: Menci Molina)

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