Hoy, la Iglesia Universal y los Misioneros del Verbo Divino celebran San José Freinademetz, uno de los primeros misioneros del Verbo Divino en China.  «Yo amo la China y los chinos; en medio de ellos quiero morir y entre ellos ser sepultado” (carta  de José Freinademetz del 22 de octubre de 1901 al sobrino Peter Freinademetz).

José Freinademetz nació  el 15 de abril de 1852 en Oies, un pequeño paraje entre los Alpes del norte de Italia, zona que en aquel entonces era llamada “Tirol del Sur” y formaba parte del imperio austro-húngaro.  El 25 de julio de 1875 fue ordenado sacerdote diocesano de Bressanone.

En agosto de 1878, José F. Llega a la modesta casa de Steyl que el P. Janssen había comprado para acoger al primer núcleo de los misioneros del Verbo Divino. No permaneció mucho tiempo, pues pronto obtuvo el permiso para ir a China. El 2 de marzo de 1879 recibió la cruz misional de manos del Nuncio Apostólico en Holanda y con él la recibió el P. Juan Bautista Anzer. Ese mismo día salieron de Steyl y después de 5 semanas desembarcaron en Hong Kong.

Desde el principio el P. Freinademetz trató de inculturarse en la difícil cultura china. Lo consiguió sólo al final de su vida. Toda su vida estuvo marcada por el esfuerzo de hacerse chino entre los chinos, al punto de escribir a sus familiares: “Yo amo la China y a los chinos; en medio ellos quiero morir, y entre ellos ser sepultado”.

En 1908  estalló el tifus  en Shatung, la zona de China donde estaba y Freinademetz, como buen pastor, no escatimó esfuerzo y a todos ofreció su incansable asistencia, despreocupado del peligro. Contrajo la enfermedad y su organismo, ya débil, sucumbió. Inmediatamente regresó a Taikia, sede del Obispo, donde, el 28 de enero de 1908 concluyó su vida.

El 19 de octubre de 1975, Freinademetz fue beatificado por el Papa Paulo VI, junto a su fundador, el Padre Arnoldo Janssen.

El 5 de octubre de 2003, Freinademetz junto a Janssen, fue reconocido santo para la Iglesia por el Papa Juan Pablo II.

José Freinademetz entusiasmó a muchos chinos para que fueran misioneros de sus paisanos como catequistas, religiosos, religiosas y sacerdotes. Su vida entera fue expresión del que fue su lema: “El idioma que todos entienden es el amor”.

Simón Inza, SVD le dedica un poema al Santo y compañero Chino

HEILIG JOSEF FREINADEMETZ

                                       José

Seducido por la mirada del Crucificado,

impetuoso fuego enciende su clara alma,

mirada que besa amor del otro reclama,

por Dios besado, su Oies le es ofrendado.

A los suyos, con un adiós emocionado,

imperturbable recias convicciones derrama,

en el pecho abierto la Cruz su única arma,

con la mira puesta al blanco designado.

Mensajero de la Palabra, del Pan y buen Vino,

sacramento genuino para el gran pueblo chino,

recorre sin regateo el duro e inhóspito camino.

En la fragua sangrante del Verbo Divino,

bebe su ‘Calvario-Luz’ ante Dios Trino,

y florece canonizado como ‘el santo chino‘.

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