Luis Francisco

Prólogo de Forges:

Si como asevera el dicho, una imagen vale por mil palabras, no es menos cierto que hay palabras que valen por miles de imágenes y, algunas, por cientos de miles. Es el caso de la palabra

«viaje»

Nada más concluyente; una vez pronunciada nos pueden venir a la cabeza sus ‘sinónimas cordiales’, como pueden ser «camino», «peregrinar», «romería», «esfuerzo», «denodado», «búsqueda», «fraternal», «amistad», «sacrificio», «amparar», «proteger», «compartir», «repartir», «dar», «renunciar»… Y la más determinante de todas: «vivir». Porque «vivir» es lo más sinónimo de «viaje» que existe en nuestra mente.

Hay muchas formas de vivir, pero todas son, en realidad, distintas formas de viaje. Los más afortunados son aquellos que pueden decidir completamente la forma de viajar en su vida. Digo completamente, porque todos los seres humanos podemos variar aunque sea mínimamente la trayectoria de nuestro recorrido vital. Hasta eligiendo el sol a la sombra. Pero, repito, solo los afortunados pueden elegir cualquier camino para recorrerlo. Y estas personas son aquellas que tienen la fortuna de saber cuál es el destino de su trayectoria vital y, además, poseen la fuerza mental para conseguir su camino deseado.

Luis Prieto ha encontrado su camino donde vivir: un camino difícil, cansado y enriquecedor. Sabe ya hacia dónde tiene que caminar, cuáles son las etapas, qué equipaje, y, como un torrente de montaña, se vuelca en este libro, donde nos relata su gran y humilde hallazgo, para que todos sepamos que podemos; claro que podemos hacer lo que queremos y debemos hacer con nuestros respectivos viajes vitales.

Es tan sencillo que parece imposible. Bueno, no tan imposible; digamos que, de puro lógico y obvio, no nos damos cuenta. Solo consiste en seguir en nuestra vida un pensamiento tan evidente que nos extraña: comparte, reparte, dona; cuanto menos tengas, más tendrán los que nada tienen y, paradójicamente, más repletas estarán las alforjas de tu espíritu durante el viaje.

Luis, ahora lo sabe ya, por fin ha encontrado la senda casi borrada por la maleza de lo superfluo que hace ocho siglos siguió Francisco partiendo de Asís.

Y allí es, en Asís precisamente, donde la ha hallado.

¡Qué suerte tienes, amigo!

Antonio Fraguas «Forges»

MINI (1176)

Producido por Modesto Munini SVD

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