De Alba Montalvo Iniesta
Era mediodía del domingo 15 de enero cuando una gran multitud de personas iba llegando a la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia en el madrileño barrio de Valdezarza en Madrid. Personas de todos los colores, olores y texturas en un día que curiosamente además también era significativo por celebrarse la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. La misma mañana en la que nuestros hermanos del Verbo Divino, Cyriaco Sounou de Benín y Mateo Koudada de Togo iban a profesar sus votos perpetuos.
La ceremonia, celebrada por en provincial general, Macario Villalón, destilaba diversidad, comunidad, unidad. Símbolos permanentes en la Iglesia desde sus orígenes y que hoy más que nunca ha quedado presente en una homilía en la que estuvieron laicos, consagrados y congregaciones de todos los carismas.
Verbitas, Jesuitas, Claretianos, Paulinos, Capuchinos, Carmelitas, Franciscanas del Sagrado Corazón, Franciscanas de la Divina Pastora, Esclavas de la Eucaristía, Camilos, hermanos de la Orden de San Juan de Dios. Todos ellos, han querido arropar a nuestros hermanos africanos de Togo y Benín con sus oraciones y su alegría, como hermanos que somos de una misma Iglesia.
El ambiente se iba animando y el coro formaba parte de esa animación. Un coro, formado por la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia y por africanos en su mayoría de Benín y de Angola, una mezcla que era un indicativo que la convivencia entre hermanos que somos con nuestras diferencias culturales, pero que acogemos al otro con agradecimiento y apertura.
Nuestros hermanos verbitas, Cyriaco Sounou de Benín y Mateo Koudada se sintieron agradecidos y reafirmaron delante de todos los amigos que allí les acompañamos un sí quiero a Dios. Un paso adelante en el camino misionero que siguen recorriendo y que simboliza la frase de sus votos: “Llevaron a tierra las barcas y dejándolo todo, le siguieron” (LC 5-11)
Según Cyriaque esta frase “marca la llamada a seguir al Señor, por eso la hemos elegido, simboliza esa llamada a seguirle”. Agradece a todos los que han caminado con él a lo largo de este periodo, “Ha sido un día de alegría y de gozo por haber llegado al final de la formación básica que supone el inicio de la tarea misionera”.
Para Mateo también continúa su aventura misionera, está feliz, se le nota en su sonrisa, su baile al finalizar la ceremonia y su agradecimiento materializado en abrazos interminables a todos los que allí estábamos. Sus familias hoy no estaban, pero si que estábamos el resto de su otra familia, amigos y hermanos que entre todos hicimos de éste un día memorable en sus vidas y en las nuestras.
Una celebración llena de color, marcada por un día importante para nuestra congregación como es el aniversario de nuestro fundador, Arnoldo Jannsen que cumple 108 años de su fallecimiento. Su santidad, es un camino al que nuestros hermanos hoy confirmados en su compromiso deben aspirar. Para ellos y para nosotros, es un constante reto. Alba
