Al comenzar el Adviento comienzo también yo a presentar cada semana en esta página las reflexiones que, en clave de lectio divina, ha publicado Rocío G. Garcimartín en la evd con el título: Dios viene. En estas reflexiones presentan a personajes cuya voz resuena a lo largo de todo este tiempo de espera y esperanza.
Aparece primero la figura del gran profeta de la esperanza, Isaías. Este profeta vive en su tiempo (700 años antes de Jesús), y vive en profundidad la historia que le toca vivir. Fuertes turbulencias hacen zozobrar la existencia de Israel y Judá. Aquel mundo estaba siendo devorado por el ansia de poder y la violencia.
Isaías aparece como en un sueño; su voz retumba en todo aquel caos bélico anunciando la esperanza de la paz definitiva, la nueva humanidad querida por Dios. El texto elegido es un magnífico oráculo mesiánico.
Isaías 11,1-9
Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. Y le inspirará en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos.
Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano. Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar.
Con el puntero de la lectio divina, Rocío va señalando los pasos a dar en este texto:
Lee con serenidad el pasaje
Más que con los ojos, procura imprimir el texto en tu corazón. Fíjate en lo que dice el texto. Pueden ayudarte estas orientaciones:
-El paisaje semiárido de Palestina comienza a transformarse. Retoña un tronco. Aunque todo parece jugar en contra, Dios sigue haciéndose presente en la historia. Se manifiesta en el Mesías.
-Los cuatro vientos de la tierra se posan sobre el retoño de David. El Espíritu, que hizo posible la creación, unge al Mesías.
-Surge en medio del pueblo un líder, el Mesías. ¿Qué cualidades le caracterizan según Is 11,3-5?
-La forma de actuar del Mesías se contagia a toda la creación. Los depredadores cambian de dieta, con tal de no hacer daño. Es la vuelta a los orígenes. La razón está en el v. 9.
Y la profecía se realiza en Jesús. Posiblemente han acudido a tu mente pasajes como Lc 4,16-21 (Jesús dirige su misión a los desfavorecidos) o Lc 10,21 (sobre Jesús se posa el Espíritu Santo y le llena de gozo y de conocimiento del Padre)… Si lo deseas, relee con tranquilidad estos pasajes.
Cuando percibas que una palabra, o una frase, o una imagen queda repicando en ti, pasa a la meditación. Descubre lo que quiere decir para tu vida.
Cuando medites
Esta profecía, ¿retrata de alguna forma la realidad que estamos viviendo a nivel nacional e internacional? ¿Retrata algo de mí, de mi vida?
¿En qué ámbitos puedo sembrar esperanza a mi alrededor en este tiempo de Adviento y Navidad?
Cuando ores
Dirígete directamente a Aquél cuya Palabra has escuchado y acogido en tu corazón. Deja que se despierte tu espíritu orante a través de la súplica, la alabanza, la intercesión…
Pide al Espíritu Santo que sea él quien nos mueva a trabajar por la justicia, mientras esperamos el mismo futuro de paz con el que soñaba Isaías y con el que sueñan tantos gobernantes y gobernados de nuestros días.
Déjate mirar por el Dios que te ama. Deja que el Espíritu del Señor rebose sobre ti, sobre tu realidad, sobre nuestro mundo.
